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Arabia Saudí, DAZN y FIFA: el nuevo eje del poder en el fútbol global que nos deja el Mundial de Clubes

El éxito en streaming del Mundial de Clubes esconde una estrategia de soft power por parte de Arabia Saudí para seguir adueñándose del fútbol. DAZN es la herramienta clave del negocio.

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ARCHIVO - El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, aplaude durante la premiación tras el Mundial de Clubes en Yeda, Arabia Saudí, el viernes 22 de diciembre de 2023 (AP Foto/Manu Fernández, archivo) AP (Manu Fernandez/AP)

En julio de 2025, mientras el balón rueda en los estadios estadounidenses durante el Mundial de Clubes más ambicioso de la historia, los verdaderos goles se marcan lejos del césped. En los despachos de Zúrich, Londres y Riad, se teje una red de intereses económicos, geopolíticos y mediáticos que está redefiniendo el mapa del fútbol mundial. En el centro de esta transformación se encuentra una alianza estratégica entre la FIFA, la plataforma de streaming DAZN y el Fondo de Inversión Pública (PIF) de Arabia Saudí.

Un contrato de mil millones y una jugada maestra

En diciembre de 2024, DAZN sorprendió al mundo al adquirir los derechos globales del renovado Mundial de Clubes por una cifra cercana a los 1.000 millones de dólares. La operación fue presentada por la FIFA como una revolución en el acceso al fútbol: 63 partidos transmitidos de forma gratuita a través de internet, sin necesidad de suscripción. Sin embargo, lo que parecía un gesto altruista escondía una estrategia de poder cuidadosamente diseñada.

Pocas semanas después, el fondo soberano saudí SURJ Sports Investment —una rama del PIF— anunció la adquisición de una participación minoritaria en DAZN, también por 1.000 millones de dólares. Esta doble inversión, casi simultánea, reveló un plan de expansión territorial y mediática que va mucho más allá del deporte.

DAZN MENA: la expansión saudí en el entretenimiento

Como parte del acuerdo, se creó DAZN MENA, una empresa conjunta destinada a fortalecer la presencia de la plataforma en Oriente Medio y el norte de África. Esta región, históricamente dominada por operadores tradicionales, se convierte ahora en un nuevo campo de batalla por la atención del espectador. Arabia Saudí no solo busca posicionarse como anfitrión de grandes eventos —como el Mundial 2034—, sino también como productor y distribuidor de contenido deportivo global.


La inversión saudí llega en un momento crítico para DAZN. Desde 2019, la plataforma ha acumulado pérdidas operativas superiores a los 7.000 millones de dólares, con un déficit de 1.430 millones solo en 2023.

El respaldo financiero del PIF no solo garantiza su supervivencia, sino que le permite competir con gigantes como Amazon, ESPN o Warner Bros. en la carrera por el dominio del deporte en streaming.

“La inversión saudí en DAZN no es solo financiera, es estratégica. Controlar la distribución de contenido deportivo es controlar la narrativa global del fútbol”, afirma Stanis Elsborg, investigador del instituto danés Play The Game, especializado en ética deportiva

El fútbol “gratis” que no lo es tanto

El modelo de DAZN para el Mundial de Clubes 2025 ha sido presentado como una democratización del acceso al fútbol. Sin embargo, detrás de la gratuidad se esconde una maquinaria de monetización basada en publicidad, sublicencias, acuerdos con casas de apuestas y, sobre todo, la recolección masiva de datos de usuarios

En América Latina, muchas señales tradicionales quedaron fuera del torneo. En el Reino Unido, ni la BBC ni ITV adquirieron los derechos. En su lugar, DAZN compartió parte del contenido con Warner Bros. y sublicenció partidos a plataformas de cruceros, aerolíneas y hoteles. El usuario no paga con dinero, pero sí con atención, que se convierte en métricas valiosas para anunciantes y patrocinadores.

Geopolítica del balón: el poder blando saudí

La estrategia saudí se inscribe en una lógica de “poder blando”: influir en la percepción global a través de la cultura, el entretenimiento y el deporte. No se trata de propaganda directa, sino de construir una imagen moderna, tecnológica y cosmopolita del reino. La inversión en DAZN se suma a una larga lista de movimientos: la compra del Newcastle United, los fichajes de estrellas como Cristiano Ronaldo y Neymar para la Saudi Pro League, y la organización de eventos como la Supercopa de España en Riad.

El deporte se convierte así en una herramienta diplomática. Al controlar plataformas de distribución, Arabia Saudí no solo gana visibilidad, sino también capacidad de influencia sobre los contenidos, las narrativas y las audiencias.

“La estrategia deportiva de Arabia Saudí busca desviar la atención de su historial en derechos humanos, revelando la tensión entre los ideales del deporte y las realidades del poder, el dinero y la política”, señala Elsborg.

FIFA: entre la globalización y la dependencia

Para la FIFA, el acuerdo con DAZN representa una oportunidad de oro para posicionar el Mundial de Clubes como un producto global, al nivel de la Copa del Mundo de selecciones. Pero también implica una creciente dependencia de capitales externos, especialmente de origen saudí. El presidente Gianni Infantino ha defendido el modelo como una “revolución de acceso”, pero las críticas no se han hecho esperar.

Organizaciones de derechos humanos han señalado que esta alianza blanquea la imagen de un régimen acusado de violaciones sistemáticas. Otros expertos advierten sobre los riesgos de concentración mediática y pérdida de pluralidad informativa en el ecosistema deportivo.

“La FIFA está jugando con fuego. Al depender de fondos soberanos con intereses geopolíticos, compromete su independencia y credibilidad”, sostiene la periodista deportiva británica Marina Hyde.

¿El futuro del fútbol o una burbuja en construcción?

La gran incógnita es si este modelo es sostenible. ¿Puede una plataforma con pérdidas millonarias seguir ofreciendo contenido gratuito sin retorno inmediato? ¿Qué pasará si el PIF decide retirar su apoyo? ¿Estamos ante una transformación estructural del fútbol o frente a una burbuja impulsada por intereses geopolíticos?

Lo cierto es que el fútbol ya no se juega solo en los estadios. Hoy se disputa también en los escritorios de inversión, en los algoritmos de recomendación y en los despachos de los fondos soberanos. Y en ese nuevo tablero, Arabia Saudí ha movido sus piezas con una precisión quirúrgica.

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