La UEFA Europa League 2024/2025 ha llegado a su punto culminante con una final completamente inglesa, un reflejo de la fortaleza de la Premier League en esta competición y dejando como único rey al Tottenham Hotspur. A lo largo de la temporada, los equipos han luchado con intensidad en cada fase, desde la renovada fase liga hasta las emocionantes rondas eliminatorias, donde no faltaron las sorpresas y los duelos de alto impacto. Varios equipos con historia en el continente buscaron la gloria, pero solo los más consistentes lograron avanzar en un torneo que, una vez más, demostró su naturaleza impredecible.
En las semifinales, dos gigantes del fútbol inglés se abrieron paso hacia el partido decisivo. El Manchester United se enfrentó al Athletic Club de Bilbao, un equipo que siempre representa una amenaza en su estadio. Los Diablos Rojos demostraron su poderío ofensivo y su experiencia en competiciones europeas, superando al conjunto vasco con un contundente marcador global de 7-1, asegurando así su regreso a una final continental.
Por otro lado, el Tottenham Hotspur se midió al Bodø/Glimt, la revelación noruega que había sorprendido a muchos a lo largo del torneo. A pesar de la buena campaña del equipo noruego, el Tottenham hizo valer su calidad individual y colectiva, imponiéndose con un global de 5-1 y confirmando su presencia en la final.
De esta manera, la final de la UEFA Europa League 2024/2025 se convirtió en un derbi inglés entre el Tottenham Hotspur y el Manchester United. Ambos equipos llegaron al estadio de San Mamés en Bilbao con la ambición de levantar el trofeo y, al mismo tiempo, de salvar una temporada que, a nivel doméstico, no ha sido la esperada.
Más allá de su recorrido para llegar hasta la gloria, los Spurs logran conseguir su tercera copa UEFA en la historia, además de ser el primer título en la carrera de su eterno ídolo, Son Heung-min. Para los ‘Whites’ representa el acceso a la siguiente Champions y la posibilidad de seguir conformando un plantel competitivo en pro del desarrollo deportivo de la institución.
Del otro lado de la moneda, la historia es otra, con un Rubén Amorim al borde del desespero y un equipo que, pese a su grandeza, parece haber agotado la poca jerarquía que le quedaba.