Una de las problemáticas más significativas que ha afectado consistentemente al fútbol profesional colombiano a lo largo de su historia ha sido la tendencia a prescindir de los servicios de los cuerpos técnicos ante el más mínimo error o resultado adverso. Esta práctica ha conducido a que múltiples instituciones se transformen en meros lugares de tránsito para los entrenadores, quienes cuentan con oportunidades limitadas y un estrecho margen de error, incluso inferior al de los jugadores, quienes son los responsables directos de los acontecimientos que se desarrollan durante los partidos.
Más allá de esto, en el Fútbol Profesional Colombiano se dio un caso particular en los últimos meses con el entrenador paraguayo Gustavo Florentín, quien ha pasado por tres equipos en 5 meses. Salió mal del Pasto después de una buena temporada, pero el ofrecimiento del Bucaramanga lo alejó de la institución volcánica. Después, por sus malas actuaciones en el club leopardo, decidieron rescindir su contrato con antelación, donde también habría tenido problemas con la plantilla. Y por último, lo sacaron de Águilas por perder un partido y desaparecer después, ya que ni siquiera se presentó para viajar con el plantel de vuelta a Rionegro.
Ante la noticia de su salida del elenco antioqueño, han sido varias las personalidades que reaccionaron a lo sucedido, siendo una de ellas, el delantero venezolano del Bucaramanga, Adalberto Peñaranda. A una publicación de X, donde se daba la noticia, el jugador respondió lo siguiente: “Es muy malo y como persona ni se diga el tiempo siempre te da la razón”, dejando ver la mala relación que tenía con el paraguayo y su desprecio hacia el trabajo del mismo, quien, en definitiva, se cerró todas, o por lo menos, la mayoría de puertas de los equipos de nuestra nación con estos malos antecedentes y las malas referencias que dan sus dirigidos.

