Se vivió la octava etapa del Giro D’Italia, que tuvo como lugar a la ciudad de Nápoles en un recorrido superior a los 153 kilómetros.
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Los corredores debían afrontar, en primera instancia, una compleja salida hacia Bacoli para cumplir un recorrido de cuatro vueltas en un circuito de 19 kilómetros. Posteriormente, se concretaba la venida hacia el casco urbano napolitano, un instante perfecto para que cierren los protagonistas del sprint.
Juan Pedro López estaba obligado a conservar su Maglia Rosa, pese a que ya los animadores debían dar el salto de calidad y no dejarle la situación tan fácil.
Faltando unos 16 kilómetros, en medio del descenso leve, estaban Davide Gabburo (Bardiani), Jorge Arcas (Movistar), Thomas de Gendt y Harm Vanhoucke (ambos del Lotto Soudale).
A 35 segundos, aparecía Matheiu van der Poel (Alpecin-Feniz), expectante de cara al final de la etapa, consolidándose tal vez como una ficha seria para ganar la justa de hoy, pero entre los integrantes de la fuga se definiría todo.
Ningún colombiano se veía en el radar, por lo que sería otro día más en blanco para los ‘Escarabajos’ nuestros. No era el Giro para trascendencia nuestra, aunque alguna sorpresa puede darse de cara al final de la competición; de momento, integraban el pelotón principal.
La fuga había aventajado al pelotón por un tiempo superior a los 3 minutos y 40 segundos, mientras que faltando 9 kms. los perseguidores recortaban distancias, a unos 27 segundos: allí estaba Lennard Kamma (Bora), quien se desatacaba al ataque frente a un López fatigado, pero que daba todo de sí mismo. Era el instante para prender los motores.
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La etapa se tornó más intensa. Aún se recortaban más las distancias contra los de fuga, mientras que el descenso y las curvas disipaban algún favoritismo. Los iban a alcanzar.
Thomas de Gendt, perseverante, se escapó y llegó hasta la meta con rapidez y garra. Sin duda se lo merecía, dado el sacrificio y merecimiento hacia el belga, quien se coronó vencedor de la etapa 8 del Giro D’ Italia. ¡Impresionante!
Van der Poel acortó los caminos y ya se posicionaba a nueve segundos de la fuga. A 800 metros, los velocistas entraban por uno de los carriles, pero la suerte estaba echada.
