El duelo más esperado de los cuartos de final. Chelsea, el vigente campeón de Europa, recibía en su feudo al Real Madrid, el siempre temido Madrid. Aunque tenga el mejor plantel, o no, el equipo merengue exhibe en su escudo trece Orejonas, por lo que nadie puede si quiera dudar de su grandeza a nivel continental.
PUBLICIDAD
Aquel que lo pone en discusión, lo padece. Porque Real Madrid se transforma con la Champions, como si padeciera una patología disociativa, su alter-ego es la Champions, donde tiene más copas que nadie y donde es temido por todos.
Este miércoles, el Chelsea también lo respetó. No solo al impoluto color blanco, sino a su as de espadas, un postulante legítimo al próximo Balón de Oro: Karim Benzema. El francés venía de destrozar al París Saint-Germain marcándole tres goles en apenas quince minutos, por lo que el campeón se sentía, por primera vez desde que asaltó la corona, temeroso.
Y razón tenía para estarlo. Benzema estaba en otra de sus noches, en esas en las que todo le suele salir bien. Cuando el partido se estaba armando, a la altura del minuto 21, el Gato se combinó con Vinícius Jr, quien de cabeza adelantó a los españoles en Londres. Chelsea padecía en carne viva a Karim.
Benzema, ese jugador capaz de reinventarse partido a partido. Como los buenos vinos, es mejor con cada día que pasa. Por eso, tres minutos después se superó y, de nuevo con la cabeza, puso el 0-2 en Londres, con una delicia de definición.
Real Madrid era amo y señor en el estadio inglés, aunque ante el campeón un 2-0 parecía a poco. El Chelsea empujaba, obligado por la responsabilidad, pero sin demasiadas ideas. Pese a eso, Kai Havertz metió un frentazo que apretó el marcador, ante la frustración de Thibaut Courtois, quien sintió que pudo hacer algo más.
Al descanso, Real Madrid había firmado su mejor presentación de la temporada, pero solo ganaba 2-1. Era normal, en frente estaba el mismísimo Chelsea, por lo que la exigencia era máxima. No obstante, algún golcito más sí que merecía y al iniciar el segundo tiempo se hizo justicia.
PUBLICIDAD
Con los cuerpos por calentarse, Edouard Mendy se equivocó y merodeando estaba el oportunista mayor. Benzema, aquel que hizo fallar a Loris Karius y Gigi Donnarumma, esta vez puso nervioso al considerado mejor portero del mundo para la FIFA, poniendo el 3-1 en el placar apenas al minuto de juego del segundo tiempo.
Desde allí, todo fue del Chelsea. El Real Madrid estuvo replegado, dificultándole las cosas al campeón de Europa, pero sí que pudo haber llegado un descuento más. De no ser por Courtois, sobre todo en una fenomenal atajada a César Azpilicueta, o la falta de puntería de los delanteros, el resultado habría quedado más estrecho para la ida.
Exhibición merengue en la ida y todo encaminado para arribar a semifinales. El objetivo es París, donde se disputará la final de la Champions. Pero, más allá en el horizonte, el objetivo es la Orejona número 14.