Derbi de Manchester. La ciudad, paralizada por el enfrentamiento antológico entre los Diablos Rojos y los Ciudadanos, emparejados en los últimos años, así que todo podía pasar. El presente dictaba que el Manchester United no la pasa bien, pese a contar con Cristiano Ronaldo en sus filas. Mientras tanto, el City es más sólido, pese a perder el último fin de semana contra el Crystal Palace.
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Tras el 0-5 que le propinó el Liverpool, el DT del United decidió cambiar. Línea de cinco en el fondo, menos mediocampo y un acompañante más para Cristiano Ronaldo, que funcionó ante el Tottenham, pero no tanto por la Champions. Solo por CR7, los Diablos no perdieron con Atalanta entre semana.
Pero las grietas siguen estando y el City se las hizo ver. De arranque, el equipo de Pep Guardiola salió a presionar y a conseguir el primer tanto. No demoró mucho en anotarlo, gracias a su bombardeo, que consiguió un error en Eric Bailly, que la metió en su propia puerta.
A partir de allí, se opacó el City. Pragmático como nunca, un equipo de Guardiola bajó el ritmo y especuló como nunca. Sin embargo, el United ni eso supo aprovechar. Al trote, en tercera marcha, a los Ciudadanos les sobraba para tener a merced a unos Diablos Rojos que vivían una pesadilla. El segundo gol, pese a no merecerlo, era cuestión de tiempo.
Finalizando el primer tiempo, llegó nomás. Centro al segundo palo y definición forzada de Bernardo Silva, que solo pudo ser gol por las endebles manos de David De Gea, tan endeble como todo el United este sábado. En el segundo tiempo no fue partido.
City jugaba a un ritmo cansino, ante un United desaparecido. Cristiano, en su impotencia, pasaba del gesto del fastidio al aplauso a sus compañeros, levantándoles la moral. Pero no hay con qué darle: a este Manchester United no hay quién lo levante y mucho menos Ole Gunnar Solksjaer.