Cultura

Jaime Manrique y el universo BOGOSHORTS: el festival que impulsa el cine corto en Colombia

BOGOSHORTS, dirigido por Jaime Manrique, llega a una nueva edición reafirmándose como el festival de cortometrajes más influyente de América Latina

Bogoshorts Cortesía

El Festival de Cortos de Bogotá – BOGOSHORTS se ha consolidado como uno de los eventos cinematográficos más relevantes de América Latina, no solo por su carácter competitivo y su nivel internacional, sino porque ha sabido convertirse en una plataforma que impulsa nuevas voces del cine colombiano y latinoamericano.

Desde 2018 es evento calificador para los Premios Óscar y, desde 2020, para los Premios Goya; un reconocimiento a la solidez de su curaduría y a su compromiso con el formato corto. Pero más allá de los premios, BOGOSHORTS es hoy un ecosistema creativo que busca democratizar el acceso al audiovisual y construir una comunidad alrededor del cine.

En conversación con Pulímetro, Jaime Manrique, director del festival y una de las figuras más influyentes del cine corto en Colombia, explicó que esta edición continúa expandiendo lo que denominan el “universo shorts”, un conjunto de acciones, espacios y conexiones diseñadas para fortalecer el cine colombiano y latinoamericano. “BOGOSHORTS ha entendido, a lo largo de 23 años, que es una herramienta para lograr que el cine sea más fuerte. Diseñamos caminos que permiten que los nuevos realizadores encuentren audiencias, aliados y oportunidades”, señaló Manrique.

La visión a futuro del festival, según Manrique, se basa en la construcción de puentes nacionales e internacionales. Este año, por ejemplo, Colombia fue invitada al Festival de Cortos de Busan, en Corea del Sur, un espacio que abrió nuevas puertas para realizadores emergentes. “No nos ceñimos a un territorio en particular. Queremos un diálogo abierto con el mundo”, afirmó Jaime.


El cortometraje: madre del cine, no formato menor

Uno de los conceptos más poderosos del festival es la reivindicación del cortometraje como base de la creación audiovisual. “Mucha gente cree que el corto es un formato menor, pero el cine nació ahí. Los hermanos Lumière inventaron el cine con cortometrajes; Méliès desarrolló el lenguaje con cortos. El cortometraje no es el hijo pequeño, es la mamá de todos los procesos audiovisuales”, explican desde la dirección.

Para Manrique y su equipo, el corto es el espacio ideal para la libertad creativa: donde se experimenta, se rompe, se prueba y se encuentran nuevas formas de narrar. Esa libertad es fundamental para el desarrollo de una industria diversa y sólida. “Si no tenemos una fuerza de cortometrajes, no podremos ver un camino real de desarrollo del audiovisual del país”.

Tendencias: diversidad, reflexión y nuevas miradas

En cuanto a las temáticas y estéticas presentes en la selección de este año, Manrique destaca la amplitud del cine colombiano: ficción, documental, animación, experimental, comedia, terror, drama y acción conviven sin una sola línea dominante. A nivel internacional, sí se nota un énfasis en reflexionar sobre problemáticas contemporáneas como un intento de situar la creación audiovisual dentro del debate global.

Sobre las narrativas diversas, el festival es claro: no son nuevas, siempre han estado ahí. Lo nuevo es el compromiso de hacerlas visibles. “Teníamos una deuda. No se trata de nuevas narrativas, sino de nuevas formas de darles valor. Por eso tenemos colecciones LGBTIQ+, equidad de género en los jurados y programación que abre espacio a comunidades previamente invisibilizadas”, afirma Manrique.

BOGOSHORTS: más que un festival, un movimiento

Además de los ocho días de programación, existe un trabajo continuo que lleva el cine a distintos territorios con actividades mensuales como Bogotá bajo la Luna o Bogotá Rueda Colombia. Para Jaime Manrique, esta constancia es clave: “No hacemos solo un festival; construimos un movimiento”.

Esa comunidad permite que más personas entiendan que sí pueden crear cine, lejos de la idea de que es inaccesible, caro o reservado para unos pocos. Al final, BOGOSHORTS se convierte en una puerta abierta, un lugar donde el público prueba nuevos sabores audiovisuales y donde los creadores encuentran un espacio real para crecer. Un movimiento que democratiza la mirada y expande la cultura cinematográfica del país.

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