Cultura

“El cine es un espejo de lo que somos”: El poder del cine latinoamericano y la llegada de Alternativa a Medellín

El Festival Internacional de Cine Alternativa regresa este año con una edición que busca poner en el centro las voces, miradas y realidades del cine latinoamericano independiente.

Alternativa
Alternativa llega a Medellín Cortesía

El cine latinoamericano vive un momento clave. Mientras crecen las plataformas, la demanda digital y los espacios de formación, también se amplifican las voces de quienes, desde distintos territorios, quieren contar historias que no siempre llegan a las grandes pantallas ni a los circuitos más comerciales.

En medio de ese escenario aparece Alternativa, un espacio que se ha consolidado como una vitrina para lo independiente, lo diverso y lo profundamente humano. Allí participa Liza Surganova, líder del festival, quien conversó con PUBLIMETRO sobre el estado actual del cine en la región, sus desafíos, la necesidad de nuevas narrativas y el papel transformador que cumplen los festivales y laboratorios para los nuevos realizadores.

Para Liza, el cine no es solo una industria: “Es una muestra cultural de lo que vivimos, una forma de decir quiénes somos cuando las palabras no alcanzan”. Desde su experiencia en la actuación y la dirección, asegura que Latinoamérica tiene un lenguaje propio que ha logrado posicionarse no solo por su estética sino por la fuerza emocional con la que aborda los temas del territorio.

“Hay una identidad que no se puede replicar ni copiar. Cuando tú ves una película latinoamericana, lo sientes. Está en las miradas de los personajes, en la música, en la forma en la que narramos el conflicto, en la dignidad con la que retratamos incluso nuestras heridas”, afirma.


Alternativa, la iniciativa global de cine con impacto anunció que la tercera edición de su Alternativa Film Festival (AFF) tendrá lugar en Medellín, Colombia, del 21 al 30 de abril de 2026. Este evento nómada, centrado en el cine de impacto, sigue a ediciones anteriores celebradas en Almaty, Kazajistán (2023) y Yogyakarta, Indonesia (2024).

De manera destacada, Latinoamérica lideró abrumadoramente las postulaciones, aportando 1,499 de las películas presentadas y hablamos con Liza de las oportunidades de visibilidad que brinda Alternativa al cine de este lado del mundo.

El cine como memoria y como denuncia

Liza insiste en que las producciones latinoamericanas tienen un peso político inevitable, aunque no siempre explícito:

“Contar historias en esta región ya es un acto político. No importa si el relato es íntimo, familiar, fantástico o social; siempre hay algo del contexto que se filtra. El cine latinoamericano habla de desigualdad, migración, violencia, pero también de alegría, resistencia, espiritualidad y comunidad”.

Para la actriz, esta diversidad hace que la región tenga un potencial enorme en la construcción de memoria. “El cine ayuda a registrar lo que vivimos, lo que hemos sido y lo que soñamos ser. Por eso hay películas que se sienten como cicatrices y otras que se sienten como abrazos”.

En ese sentido, Liza cree que Alternativa cumple un papel determinante: es un espacio para obras que normalmente no entrarían en los circuitos comerciales, pero que cargan un valor cultural y testimonial profundo. “Lo que hace Alternativa es darnos un lugar a todos los que estamos buscando contar desde otro lugar, con otras estéticas y otros ritmos. Aquí una película pequeña puede tener un impacto enorme”.

Durante la conversación, Liza hizo especial énfasis en las dificultades de hacer cine en Latinoamérica, particularmente para quienes no pertenecen a los centros tradicionales de producción: “Hacer cine aquí es una apuesta emocional y económica. La mayoría de nosotros empezamos con lo mínimo: amigos que se unen, equipos prestados, locaciones improvisadas. Pero lo hacemos porque creemos en lo que estamos contando”.

Por eso reconoce a Alternativa como un espacio democratizador. “Acá no importa si vienes con un presupuesto grande o con un trabajo hecho a pulso. Lo que se evalúa es la voz, la propuesta, la capacidad de generar una emoción o un debate. Eso es muy valioso para los nuevos creadores”.

Liza también habló sobre la importancia de los laboratorios, mentorías y espacios formativos que el festival promueve: “Cuando yo empecé, nadie me dijo cómo presentar un proyecto, cómo mover una película, cómo escribir una carpeta de producción. Aprendí a punta de ensayo y error. Hoy, que existan espacios como Alternativa, es un alivio para quienes vienen detrás”.

Cuando se le pregunta por su relación personal con el cine, Liza responde sin dudar: “El cine me salvó. Me dio un lenguaje cuando yo no tenía voz. Me enseñó a mirar el mundo con compasión, pero también con fuerza”.

Su proceso creativo, dice, está profundamente conectado con las emociones: Yo no puedo empezar a escribir o actuar si no entiendo desde dónde siento. La intuición es mi guía. A veces uno no sabe por qué quiere contar algo, pero el cuerpo sí lo sabe”.

Sobre su participación en Alternativa, afirma que ha sido una experiencia transformadora: “Aquí uno se encuentra con personas que aman el cine desde un lugar muy honesto. No hay poses, no hay egos de alfombra roja. Es gente real contando cosas reales. Eso me conmueve mucho”.

Liza también reflexiona sobre el avance y los pendientes en materia de equidad dentro de la industria: “Las mujeres hemos estado siempre en el cine, pero históricamente no nos han dejado ocupar todos los espacios. Ahora estamos dirigiendo, escribiendo, produciendo, liderando equipos. Y eso cambia completamente las narrativas”.

Agrega que es fundamental que haya más historias hechas desde miradas diversas: “No se trata solo de incluir mujeres, sino de escuchar sus voces. Que una mujer dirija una película no significa que sea ‘cine femenino’, significa que es cine con otra sensibilidad y otra perspectiva”.

Más allá del trabajo con cineastas, Liza cree que Alternativa también educa al público: “Nos ayuda a entender que el cine no es solo entretenimiento. También es reflexión, memoria, experimentación. A veces la gente piensa que si no es Hollywood, no es cine. Y no, el cine independiente te remueve fibras que no sabías que estaban ahí”.

Este diálogo con la audiencia es uno de los aspectos que más valora: “Cuando una película provoca conversación, aunque sea incómoda, ya cumplió su función. El arte no está para complacer, está para mover”.

Liza reconoce que todavía hay muchos obstáculos por superar: falta de financiación, poco apoyo institucional, precarización laboral, distribución limitada y la centralización de oportunidades en pocas ciudades.

“Hay mucho talento en regiones olvidadas, pero no siempre tienen cómo llegar a festivales o fondos. Ese es un reto gigante. Necesitamos más espacios que conecten a los creadores con recursos reales”, dice.

Sin embargo, también ve un panorama esperanzador: “Nunca antes se había producido tanto cine latinoamericano. Tenemos más herramientas, más alianzas y más público que quiere ver historias nuestras. Hay que seguir empujando”.

Liza resume así su paso por el festival: “Alternativa es la confirmación de que sí vale la pena seguir haciendo cine desde el corazón, desde lo que duele y desde lo que emociona. Aquí siento que mi voz tiene un lugar, y que hay un público dispuesto a escuchar”.

También destaca el aporte del festival al ecosistema cinematográfico: “Es un puente. Un espacio donde creadores, productores, críticos y espectadores se encuentran. Donde una película pequeña puede transformarse en una conversación enorme”.

       

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