“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. De esta manera inicia una de las mayores obras de Gabriel García Márquez con Cien años de Soledad, y finaliza “Ella lo entiende. Más aún, creo que es la única que ya lo había entendido cuando decidió que la enterraran en la isla” con En agosto nos vemos, su novela póstuma.
PUBLICIDAD
El 6 de marzo se cumplieron 97 años del natalicio de Gabriel García Márquez, fecha en la que los fieles seguidores de la vida y obra de Gabo conmemoraron y recordaron cada una de las palabras que llegó a plasmar en sus páginas. Para esa fecha, su familia decidió publicar oficialmente En agosto nos vemosjo que le llevó bastante tiempo escribir. “Creo que la empezó a escribir mucho tiempo antes de morir, creo que 15 años. Inclusive antes de escribirla, alguna vez mencionó esta idea de la mujer que iba todos los años a la tumba de su madre. Tuvo ideas durante décadas, así que es casi imposible saber con exactituda fecha”, según las palabras de su hijo Rodrigo.
En el prólogo del libro, Rodrigo y Gonzalo García Barcha le piden perdón a su padre por publicar la novela como si fuera un acto de traición. Del mismo modo, este texto no pretende ser una crítica o una reseña, porque tampoco se le haría justicia. Es la mirada desde los ojos y corazón de un lector que esperaba este texto como una de las últimas memorias de lo que fue en vida Gabriel García Márquez.
a Bach es la protagonista de esta historia. Una mujer madura, pero con una necesidad de libertad y aventura absoluta. Y es que cierto modo, Gabo estaba adelantado a su época, como si su mente y alma hubieran podido desprenderse de sí mismo para experimentar lo que su cuerpo le impedía, y al regresar, lo pudiera plasmar en su narrativa, personajes o pequeños detalles que no son tan explícitos. Una de las cosas que sus los hijos de García Márquez destacan es que una de las primeras versiones de esta novela, la escribió muchos años antes de su muerte y fue vagamente finalizada cuando solo le quedaban vestigios de cordura. Así que teniendo en cuenta estos dos aspectos, hablar de una manera anacrónica sobre una mujer madura, con ganas de vivir la vida bajo su propia voluntad, escuchar los deseos de su cuerpo y corazón es algo que lleva el sello del nobel de literatura colombiano.
La novela de las conexiones
Como toda historia, hay un hilo conductor entre lugares, personajes y situaciones, pero en el caso de En agosto nos vemos, este hilo conduc tor son los sentimientos no explorados, un ejercicio de autorreconocimiento de la misma Ana Magdalena Bach. Son las posibles ligeras desconexiones con su esposo, las conexiones que trascienden las explicaciones lógicas y la unión infinita con una madre que ya no existe físicamente, pero que, paradójicamente, sigue enseñando, sigue cuestionando y sigue cuidando a esa hija para que continúe autodescubriéndose,así eso implique sacrificar una verdad. Por otra parte, Rodrigo y Gonzalo resaltaron la importancia de las mujeres en la vida y obra del escritor: “Él se consideraba un feminista en la manera en la que conducía su vida (...) admiraba a muchas escritoras mujeres, las trataba con la misma admiración y respeto con la que trataba al resto. En la familia, aunque había una mayoría abrumadora de hombres, la que llevaban las riendas, la agenda y la vida cotidiana siempre fue Mercedes”.
En su momento, Gabo también le mencionó a sus hijos: “Este libro no sirve, hay que destruirlo”, cuando ya no tenía el juicio suficiente para disociar lo bueno de lo malo con relación a sus textos. Afortunadamente, estamos en 2024, y lo oportuno que este texto se vuelve para el valor femenino, el autorreconocimiento y la valía por los pequeños detalles como unos gladiolos anuales, llegan en el momento oportuno con el aprecio que los seguidores del autor para seguir siendo recordado como el orgullo más grande de Aracataca.
Gracias, Gabo.