Gris, fría y ruidosa, abarrotada de múltiples neblinas y del sonido trémulo de los coches pasando a la mayor velocidad a través de las calles, las cuales, empolvadas y sucias, presencian los agitados pasos de los ciudadanos civilizados, y no tan civilizados, que albergan una gran Londres victoriana de finales del siglo XIX. Una galante sociedad llena de hombres con sombrero y frac, mujeres con pomposos vestidos, calles con farolas de gas y tiendas con anuncios hechos a mano con una tipografía estilizada son algunos de los elementos que conforman la ciudad de Londres creada por Charles Dickens para una de las mejores y, más bellas a opinión personal, novelas de la literatura universal: Oliver Twist.
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Publicada por Panamericana Editorial a finales de 2022, en una de las ediciones más hermosas que he podido ver de la obra; portada negra, elegante y misteriosa, con relieve tipográfico en bisel naranja que combina con los detalles de la ilustración principal, la cual muestra a algunos de los personajes cruciales, aquellos que, ya desde su rostro y gestos, se puede dilucidar su orígen e interacción narrativa. Esta ilustración, junto a la de la primer página, estuvo a cargo de Paula Mayo Art, quien tiene un estilo con tendencia a un expresionismo minimalista, impactante por lo significativo de su composición, conmovedor por el tratamiento de las luces y sombras. Internamente hay algunas piezas del célebre ilustrador George Cruikshank, contemporáneo de Charles Dickens, lo que hace que las ilustraciones tengan una influencia social del contexto muy pertinente porque no solo ayuda a comprender, sino que acompaña perfectamente a la obra escrita. La traducción estuvo a cargo de Santiago Ochoa Cadavid, quien hace un trabajo impecable junto a la edición de Miguel Nova. Es notorio que su preocupación principal es que el libro pueda entenderse perfectamente ya que existen varias notas al pie de página que, de no ser por su sola aparición, el capítulo en el que se encuentran se haría difícil de asir.
Siento que Charles Dickens fue, antes que un gran escritor, por supuesto, un gran observador de su tiempo, dado que lo utiliza para elaborar sus obras de una forma tan medida, meticulosa e inteligente que libros como Oliver Twist representan una sólida crítica sobre las injustas y notorias diferencias entre las clases sociales, sobre la pobreza y la riqueza, tanto espiritual como material, sobre la fuerte tensión de la conflictividad del alma humana. En medio de la ficción, que deviene en drama social y familiar, la obra ajusta su crítica sobre aquél contexto que le dio origen. Ahora bien, como escritor, Dickens es un maestro en todo el sentido de la palabra. Oliver Twist es un libro largo, pero no hay que dejarse engañar por el número de sus páginas puesto que el autor consigue, con un ritmo constantemente simple y detallado, hacernos leer desde el inicio de alguno de sus capítulos hasta el final sin ninguna pausa, por ello llegaremos a excusarnos con prolongar la lectura un poquito más y más.
El título de la obra hace referencia a su personaje principal, Oliver Twist, un bondadoso niño que nació bajo el abrigo de una enfermera alcohólica y un cirujano de la parroquia cercana. Lo visten con harapos usados y roídos, evento fundamental para la novela porque es allí donde se etiqueta y trata a Oliver como un mendigo para el resto de la mayoría de sus interacciones narrativas. Como mendigo o desechado social le ocurren muchas injusticias y distintas clases de violencia gracias a la soberbia altivez de las clases altas y la humillante avaricia de las bajas.
Los terribles acontecimientos sobrevienen a Oliver como una forma de representación del orden social; en medio de abusos como golpes físicos o emocionales, pasando por humillaciones y torturas, el pequeño personaje se fuga para buscar un futuro mejor en Londres, lugar que lo acoge de distintos modos. La bondad de los personajes, que se alcanzó a vislumbrar en la primer parte de la obra, aquí se hace más notoria gracias al contraste que hace con la maldad y la mezquindad de la ciudad.
Así, Oliver es acogido en primera medida por un viejo judío llamado Fagin, que se muestra como un benefactor para el niño, no obstante, el tamiz del tiempo logra poner en evidencia todo lo contrario. Fagin es el jefe de una banda de ladrones que opera en la ciudad, utilizando a cada uno como vehículo de su ambición, dirigiendo todos sus esfuerzos por dominar cada vez más la capital inglesa. El corazón del joven Twist es tan grande y cándido que su bella inocencia es motivo de burla para los demás, su consternación se deriva por conocer el flujo de su existencia, robando, ocultándose, engañando, etc. Las vicisitudes de la narrativa, que no tienen otro orígen que la cotidianidad de la vida, y que a veces sentimos como milagros, logran que Oliver llegue a un hogar donde su virtud, carisma y humildad son valorados en todo su esplendor, lejos de la suciedad, desazón e inseguridad de su vida pasada.
Los tiempos en armonía, desprovistos de las pesadillas de la realidad son atacados con pausada malicia por el autor, de modo que la reincidencia en cada conflicto es algo orgánico y justificado a alguna pasada implicación que quedó suelta, vagando por ahí en el intrincado aire de la ficción. Cada iteración conflictiva desarrolla y representa perfectamente el cambio que el libro guarda en su interior, lo que es también su piedra angular. El duro contexto inicial plagado de ladrones, crímenes y violencia que rodea a Oliver se ve transformado en un conflicto personal y, más que nada, familiar por la genealogía del niño, estas condiciones, acechándolo sea para bien o para mal, relacionan cada vez más a los personajes entre sí para configurar un final esclarecedor y sumamente brillante.
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Oliver Twist es una obra de fuertes contrastes y con miles de matices polifónicos en su interior. A pesar de la maldad y la zozobra que habitan en algunos de los lugares del libro, la bondad, la esperanza y la virtud por el bien priman por encima de todo. He de confesar que me impresiona que el drama del joven Twist sea tratado con tanta calidez y carisma, cada personaje, escena o detalle importa, no solo a la narrativa, sino también a los demás personajes y situaciones, consiguiendo una perfumada ficción. Oliver Twist de Charles Dickens es una perfecta ocasión para adentrarnos en una Inglaterra victoriana de finales del siglo XIX, que nos permite observar grandes paisajes bucólicos y urbanos, navegando por sus frías calles atiborradas de las más únicas personas.
En este sentido, también es un bello modo de mirarnos a nosotros mismos y a los demás porque a pesar de las quimeras de la maldad, la humanidad siempre prevalecerá. Esta obra enseña que por más difícil y horrible que pueda llegar a ser la vida, vale la pena creer en múltiples esperanzas, en resolver en sueños nuestras existencias, creer que el mundo puede ser mejor, porque, como pregunta el autor portugués Afonso Cruz en alguna parte, de su obra Jalan Jalan, cuya ubicación exacta quisiera recordar, ¿qué sería de nosotros y del mundo sin los sueños y las esperanzas?