El superpoder de Yoreli Rincón ha sido reescribir la historia del fútbol femenino en Colombia. Su carrera deportiva comenzó a los 12 años. Para esa época su vida cambió de un momento a otro. Dejó a un lado la comodidad de su hogar, su infancia y se fue sola a vivir a Ibagué para unirse a la Selección Departamental del Tolima. Persiguiendo el sueño de ser profesional.
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Luego, a los 14 años, debutó en la Selección Colombia con la camiseta número 10 y ganó el Sudamericano Femenino. Esta misma selección asistió por primera vez a la Copa Mundial Femenina de Fútbol, que se hizo en Nueva Zelanda. Yoreli comenzó a ser protagonista de una cadena de acontecimientos, que la perfilaron como una figura nacional.
Pero a medida que iba creciendo y forjando su carrera deportiva, Yoreli tuvo que enfrentarse a la realidad del mundo del fútbol profesional femenino. Mientras que los hombres tenían contratos de trabajo y hacían parte de campañas publicitarias millonarias; ninguna mujer había firmado un contrato con un equipo de fútbol y era imposible vivir de este deporte. Por décadas, nadie se había tomado en serio el talento y virtudes de las niñas futbolistas.
Fue en ese momento cuando decidió que quería cambiar las reglas, que por años habían sido impuestas para las mujeres. Entonces se obsesionó con ser la primera mujer futbolista en firmar un contrato. Su idea generó un revuelo y mucha gente le decía que eso era imposible, que a ninguna mujer le habían pagado por jugar fútbol.
Sin embargo, recibió el apoyo de su familia. Sus papás y hermanos le dijeron que debía ser rebelde como la heroína Policarpa Salavarrieta, que ella tenía la capacidad de generar un cambio en las reglas del país y del machismo, que rodea el fútbol profesional femenino.
Fue así como después de años de trabajo, horas de entrenamiento, sacrificios personales y liderazgo en el mundo deportivo, Yoreli reescribió la historia y se convirtió en la primera mujer colombiana en firmar un contrato y recibir un salario.
Sin duda, este hecho le abrió las puertas a toda una generación de niñas y mujeres con potencial para ser profesionales. Tenía 19 años y se puso la camiseta del club brasileño Piracicaba. Fue un acontecimiento histórico. Además, recuerda que juiciosamente ahorró ese primer salario durante un año y, a su regreso a Colombia, lo invirtió en la cuota inicial para un apartamento. Ya era una joven deportista con un futuro diferente.
Como resultado de su talento, gambetas y goles, la deportista logró un liderazgo y una voz que retumba más allá de la celebración de sus goles. Una voz que ha cambiado el rumbo de toda una generación de niñas y mujeres, que sueñan con vestir una camiseta.
