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Estos son los riesgos a los que se enfrenta si no recoge el popó de su perro

Es un mito que la materia fecal de los perros sirve como abono. Esta es igual de tóxica a la basura y por eso se debe desechar.

¿Cómo recoger el popó del perro?

En el mercado existen varias opciones para recoger la materia fecal. Siempre protéjase las manos y no olvide lavárselas muy bien luego de manipular el popó:

 

 

Bolsa plástica: la tradicional bolsa plástica es ideal para recoger las heces y botarlas a la basura. Recuerde cerrarla siempre bien.

 

Recogedor de popó: este dispositivo es práctico y como dueño no tendrá que manipular de forma directa el popó. Recuerde proteger sus manos.

 

Pala y recogedor: esta es otra opción si no lo quiere manipular directamente. El excremento debe ser depositado en una bolsa plástica luego de ser recogido.

 

Papel periódico: muchas personas llevan dos hojas de periódico grande y lo ponen en donde el perro va a defecar. Luego envuelven las heces y la llevan directo a la basura.

 

 

 

 

 

Nadie lo vio, su perro no habla y por eso no recoge el popó. Esa práctica se repite a diario en Bogotá porque los propietarios de los canes no tienen en cuenta la tenencia responsable de mascotas.

Y no es por generalizar, pero ¿en qué parque de la ciudad no se ha visto esa montaña café que huele terrible y que es el “premio” que muchos se llevan en sus zapatos cada vez que caminan?.

Aunque el Distrito inició hace un par de meses el programa ‘El que quiere su perro, quiere su caca’, el cual ha tenido un impacto positivo en la ciudad, hasta el mes de julio se impusieron más de 1.800 comparendos ambientales por no recoger la materia fecal.

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Pero, más allá de una multa, que puede costar 205.000 pesos, las personas no son conscientes del riesgo de salud pública que se puede generar si no se toman el tiempo de recoger lo que hace el perro.

Marco Leal, director del programa de veterinaria de la universidad UDCA, le comentó a Publimetro que no recoger el popó puede desencadenar enfermedades gastrointestinales en los seres humanos, “de esta forma se favorece el ciclo de vida de los parásitos”.

Por ejemplo: si se unta de caca de perro y no se la lava inmediatamente y de forma adecuada las manos, se pueden afectar el hígado, pulmones e incluso otros órganos debido a las miles de bacterias y parásitos que tiene el “bollito”.

César Cabrejo, médico veterinario y coordinador medico de la Clínica Veterinaria de la Universidad de La Salle, añadió que tanto materia fecal como orina también representan un peligro potencial para los perros, “ya que ellos usan el hocico para oler y reconocer lo que está a su alrededor. Así como al ser humano, el contacto directo puede causarles varias enfermedades”.

Las políticas del gobierno han funcionado bien, hasta el Ministerio de Salud tiene una guía sobre tenencia responsable de perros; sin embargo, y como añade Cabrejo, “más allá de eso hay personas que no cumplen con la normativa y culturalmente es complicado”.

Gustavo Quintana, lector de este diario, denunció que “no es justo que irresponsables les abran la puerta de la casa a los perros para que ellos salgan a las calles a hacer sus necesidades fisiológicas y en un tiempo calculado los entren de nuevo, sin pensar que en los andenes y zonas verdes hayan quedado sus heces perjudicando a las vecindades”.

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Asimismo, aseguró que muchos se hacen los de la “vista gorda” con la ley, pues aunque recogen los excrementos, los dejan en el mismo lugar y no hacen la tarea completa.

Los expertos coinciden en que la forma adecuada de recoger el popó es con una bolsa plástica, siempre se debe usar protección y se debe depositar en las canecas de basura de residuos no orgánicos, o mucho mejor en las identificadas como residuos peligrosos de color rojo.

El excremento debe tener un trato minucioso, pues lo mejor es incinerarlo, ni siquiera enterrarlo porque se contamina el suelo y el agua”, enfatizó Leal. También es muy importante que el perro esté desparasitado; aunque esto no lo protege del todo, sí crea un escudo que lo ayuda a resistir.

“La idea es que el perro se desparasite cada tres meses. Esto es importante porque ellos salen a la calle y están en contacto con otros perros”, agregó Cabrejo.

Finalmente, Leal puntualizó que el esquema de vacunas debe estar al día y el asesoramiento con el médico veterinario es importante. Por supuesto, la mejor solución es recoger la materia fecal de su mascota y evitarse problemas de salud y convivencia.

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