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Entrevista Papuchis

Juan Manuel Correal, más conocido como ‘Papuchis’, nos recuerda cómo la risa cura el alma, da satisfacción y sana hasta las heridas e inseguridades más profundas. “Hago lo que me gusta, no lo que me toca”

Me causó gran curiosidad recibir en el inbox un correo del icónico ‘papuchis’, un hombre cuya voz me retumbaba los oídos y humor nato me generaba varias preguntas. Así fue que no dudé en contactarlo para que me explicará por qué quería aparecer en esta edición.

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Puntual y con mucha energía llegó a las instalaciones de PUBLIMETRO este cucuteño amante del fútbol, quien hace unos tres años sufrió un derrame cerebral que lo dejó a punto de perder el habla definitivamente.

¿En qué está en este momento?

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Yo estoy en el plan de enseñarle a la gente que entre menos se preocupe va a ser más feliz.

¿Qué pasó en su vida para que hoy considere esto?

El cambio de chip fue el aviso que la vida y Dios me estaban dando: una segunda oportunidad para trascender en este mundo, para dejar huella como ser humano. Es que estamos más acostumbrados a estar angustiados, preocupados, estresados; a perseguir el éxito, el triunfo, el reconocimiento, el prestigio, y a un mundo de cosas que le gustan al ego. Son creencias, son herencias.

¿Qué es la ansiedad?

La vida es un paseo y lo que hacemos es que en vez de disfrutarlo nos queremos adelantar y siempre le imprimimos la necesidad constante de esperar. El ego nos invita a vivir con ansiedad. Pero si viviéramos cada día al extremo, todo nos sorprendería y todo sería ganancia. Si mañana lo promueven a un mejor cargo, ¡maravilloso!.

Yo siempre he querido hacer un libro que se llame ‘¿Y quién le dijo que Dios quiere que sea el presidente?’ Por qué mejor no esperamos a descubrir qué estamos haciendo aquí, cuál es nuestra misión.

¿Ese horizonte de expectativas en el que nos montamos, nos bloquea, no deja que fluyan las cosas con naturalidad?

Sí. Una cosa es soñar… uno nunca debe dejar de soñar. Pero la expectativa nos ata, nos amarra a un resultado, y es justo ahí donde nos equivocamos. Confundimos los sueños con los deberes ‘ser’.

¿Cómo es un día de ‘papuchis’?

Después de estar a punto de morir, perder el habla, y entender además que el cáncer que se carcomía a mi papá no dependía de mí, un día es mi vida. Hoy es hoy y estoy aquí. Mañana es un regalo. Si hay mañana, vuelvo a empezar. Yo me acostumbre a no pedir y quejarme sino a agradecer.

SANDRA RODRÍGUEZ NOVOA

sandra.rodriguez@publimetro.co

@sandreid256

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