Opinión

El parque de las mil caras

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En estos confusos días en que se cruzan los datos del número de personas vacunadas con el de aumento en el número de contagios lo mejor es quedarse en casa. Pero si el espíritu de las vacaciones persiste y con él las ganas de salir, un buen lugar para caminar y respirar aire fresco es uno de los parques de la ciudad con más historia. El parque de la Independencia, ubicado entre las carreras Quinta y Séptima y las calles 26 y 28, y que durante sus 111 años de existencia ha cambiado de cara en muchas ocasiones.

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Se construyó en 1910 para conmemorar el primer centenario de la independencia de Colombia (la primera, la del 20 de julio) y sirvió de sede para una exposición agrícola e industrial en la que se construyeron diversos pabellones: el de las Máquinas, el Egipcio, el de Bellas Artes, el de la Industria y el de La Luz. En el parque también se construyeron una pagoda y un estanque.

Parte del encanto del parque de la Independencia es que colindaba con el parque Centenario, construido en 1883 para conmemorar los 100 años del nacimiento de Simón Bolívar. De esa manera, había una amplia zona verde arborizada que iba desde la carrera 13 hasta la carrera quinta, y de la calle 26 hasta la 28. Una vez terminada la feria y los agasajos, los pabellones continuaron allí, aunque cada vez
más deteriorados.

El golpe más fuerte que sufrió el parque fue en los últimos años de la década del cincuenta, con la construcción de la carrera Décima, que lo separó del Centenario y, sobre todo, la construcción de la calle 26, que le cercenó el costado sur, lo aisló del edificio de la Biblioteca Nacional y que, de paso, borró del mapa el parque Centenario.

Los antiguos pabellones de la feria fueron demolidos y solo se conservó el de la Luz, que en la actualidad es uno de los grandes atractivos del parque.

Aunque el parque entró en una etapa de decadencia y abandono, ayudó a mantenerlo como un lugar de interés de la ciudad su vecindario con la plaza de toros de La Santamaría, que se construyó en los años treinta y el Planetario Distrital, que
data de 1969.

Otra obra que en gran medida ayudó a recuperarlo fueron las Torres del Parque. Su arquitecto, Rogelio Salmona, integró los edificios y el parque con una serie de escaleras y senderos peatonales que hacen creer que el parque y las plazoletas de las torres son un mismo conjunto.

En tiempos recientes, la construcción del parque Bicentenario, una serie de terrazas con jardineras sobre el deprimido de la calle 26, ha rescatado una parte de lo que perdió con la construcción de la 26 y comunica al parque con el Museo de Arte Moderno (MamBo).

El parque de la Independencia, con sus frondosos árboles, palmas, senderos y jardineras es uno de los lugares más entrañables para los bogotanos. Pero también es un testigo mudo de la transformación de la ciudad, muchas veces a la maldita sea, de la que en repetidas ocasiones el propio parque de la Independencia ha sido víctima.

@ariasvilla

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