Opinión

Messi, un rey sin corona

El gran Jorge Valdano dijo un día: “hay algo perverso en una vida que te cumple todos los sueños”. En ese sentido la vida de Lionel Messi tiene tanto de perverso como de sublime. Seis veces galardonado con el Balón de Oro, máximo reconocimiento individual en el peculiar mundo del fútbol. En alguna de sus mansiones debe haber una estantería llena de trofeos y premios. No hay ni habrá jugador en el mundo del fútbol que haya ganado tantos premios como él. Pero hubo un espacio que nunca se llenó. Estaba reservado para la Copa del Mundo

La historia de Lionel Messi es fascinante. Lo es la manera como llegó al Barcelona a los 13 años. Gracias al virtuosismo ligado a su destino se ganó el corazón de la hinchada azulgrana. Año tras año, partido tras partido, triunfo tras triunfo. El niño prodigio pasó a ser el genio de la lámpara que lo ganaría todo con el Barcelona. 34 títulos en total, entre ellos 10 Ligas de España, 6 Copas del Rey, 8 Super Copas de España, 4 Champions. En el exquisito pedestal del Barcelona, su nombre brilla y lo hará por siempre, al lado de otras leyendas como Johan Cruyff, Romario, Ronaldinho y Ronaldo Nazario, entre otros.

La historia de Messi con la Selección Argentina es diferente. Si en el Barcelona su nombre pasó de simple mortal a convertirse en mito, el recorrido con la Selección Argentina fue exactamente inverso. Siempre llegó con la expectativa de salir campeón y nunca lo logró. Al menos en cuanto a Copas del Mundo.

Su primer intento fue en el Mundial de Alemania 2006, donde Pékerman -aunque lo utilizó- quiso protegerlo pues estaba muy joven. Se convirtió en el jugador argentino más joven en jugar un mundial. Tenía apenas 18 años. Argentina no salió campeón, pero el pueblo no criticó a Messi, sino a Pékerman. Los argentinos lo absolvieron. Le darían otra oportunidad.

Luego vendría el que estaba llamado a ser su mundial. Sudáfrica 2010. Sudáfrica era el equivalente de México 86 para Maradona. Tanto así, que la AFA escogió al técnico de la selección según la conveniencia para Lio Messi. Diego Maradona quiso emular a Bilardo en el sentido de armar un equipo que jugara en torno a Lionel. Por y para Messi. Como aquella legendaria selección argentina que se vistió de gloria en el Azteca en 1986. Si bien Maradona como técnico fue un fiasco y no le calzaba un zapato a Bilardo, el pueblo argentino lanzó el pesado manto de la culpa sobre Messi. 2010 fue la primera gran desilusión y decepción que se le endilgó a la pulga.

2010 fue el año en que Messi desilusionó a su pueblo. Y no sería la única vez. No estuvo a la altura de las expectativas. Sólo la Copa del Mundo lo salvaba. Pero en lugar de volver victorioso y salir al balcón de la Casa Rosada enarbolando la bandera de campeón, como lo hiciera Maradona en el 86, Argentina se fue sin pena ni gloria del Mundial. Peor aún, se fue goleado y humillado por Alemania.

A partir de ese año, el diminuto crack lucharía por reconquistar el amor de su país. Nunca lo lograría. Tristemente nunca lo logró.

Después del fiasco de Sudáfrica en 2010, vendrían sus mejores años con la selección argentina. Con Alejandro Sabella como DT la pulga tuvo su período más feliz con la camiseta albiceleste.

Vendría el Mundial de Brasil 2014. Todo estaba dado para – ¡por fin! – salir campeón del mundo. Mundial en Suramérica, Alejandro Sabella como técnico, grandes jugadores en la artillería gaucha. 27 años de edad e ídolo máximo del Barcelona.

La Argentina de Lio Messi terminaría segunda. Una afrenta al pueblo argentino. Nunca más, al menos para el hincha gaucho, su nombre competiría en idolatría con el de Maradona. La relación Argentina-Messi nunca volvería a ser lo que un día fue. O lo que un día pudo ser y nunca fue. Algo se había roto para siempre

Después lograría el subcampeonato de la Copa América en 2015 y el subcampeonato de la Copa América Centenario en 2016. Para un argentino terminar segundo en un torneo es equivalente a fracaso.

Luego vino el Mundial de Rusia 2018. La cuarta oportunidad para la pulga de ganar una Copa del Mundo. Ya el pueblo argentino no se ilusionaría de nuevo. Con justa razón. Los dirigidos por Sampaoli se irían del mundial en medio de peleas internas. El fracaso fue rotundo. Derrotado y humillado en la cancha por la Francia de Mbappé. El jugador francés, que irónicamente ganaría su primer Mundial a los 19 años. La imagen final deja un grupo de jugadores -entre ellos Messi- peleados, acusándose unos a otros, en un cuarto de hotel. Triste final en los mundiales para Lio Messi.

El gran Jorge Valdano dijo un día: “hay algo perverso en una vida que te cumple todos los sueños”. En ese sentido la vida de Lionel Messi tiene tanto de perverso como de sublime. Seis veces galardonado con el Balón de Oro, máximo reconocimiento individual en el peculiar mundo del fútbol. En alguna de sus mansiones debe haber una estantería llena de trofeos y premios. No hay ni habrá jugador en el mundo del fútbol que haya ganado tantos premios como él. Pero hubo un espacio que nunca se llenó. Estaba reservado para la Copa del Mundo. El sueño máximo de cualquier futbolista.

Lio Messi -la leyenda- ya tiene 33 años. El tren del retiro se acerca ineludiblemente a su destino. Su vida y su palmarés tendrán para siempre un lugar de honor en la historia del fútbol mundial. Algún día, dentro de muchos años, los que hoy llamamos “millennials”, le contarán a sus hijos y a sus nietos quién fue Lionel Messi. Será recordado como uno de los pocos reyes que tuvo el fútbol mundial.

El rey que nunca tuvo corona.

Por Juan Pablo Soler / @panzavidela

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