Hoy estamos viviendo el segundo pico de la pandemia en Colombia o puede que no, puede que sea la irresponsabilidad de todos y la carencia de gobierno para tomar medidas. La pandemia sigue desbocada, reflejando ya los efectos de las fiestas navideñas o, mejor dicho, los efectos de la falta de determinación política para haber cancelado unas fiestas y haber prohibido cualquier tipo de celebración.
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Les dio miedo decir que no hay noche buena, les dio miedo decirle a la gente que debía quedarse en su casa y no podía haber ninguna celebración, les dio miedo tener una renta básica para que las familias pudiesen estar en cuarentena sin preocupación alguna y les dio miedo ayudar a los pequeños empresarios. Lo anterior puede ser un precedente para decir que prefieren favorecer a los grandes conglomerados empresariales, mientras el pueblo se muere poco a poco.
Ahora llega una nueva preocupación, la de la vacunación, que se ha quedado solo en anuncios, en titulares de prensa y no ha pasado nada, sigue el hermetismo de la contratación, una incertidumbre y un oso internacional de ser el país que anuncia vacunas sin tenerlas. Ya dicen algunos expertos que en eso estamos peor que Venezuela.
Hace algunas semanas el senador Gustavo Petro viajó a España y se reunió con Pablo Iglesias, el segundo vicepresidente del gobierno, a quien le hizo una solicitud de donar el excedente de vacunas al gobierno colombiano para ir atendiendo poco a poco mientras éste consigue adquirirlas y que la entrega se hiciese de manera oficial a Duque.
Pero esto fue el florero de Llorente, de inmediato la Cancillería (que no sabe leer) salió de una forma desenfrenada y señaló que el único que podía comprar las vacunas era el Ministro de Salud. Creo que es necesario enseñarle a la canciller Claudia Blum que el término donar es muy diferente al de comprar o adquirir, que primero revise un diccionario antes de quedar en ridículo.
Ahora que se tienen bastantes dudas sobre los acuerdos comerciales para la compra de las vacunas tan esperadas por todos y donde más de uno le está poniendo el ojo ante tantas irregularidades, el gobierno saldrá con la vieja confiable y dirá que es culpa de Petro.
Bien decía hoy Àngels Barceló en la Cadena Ser: Lo sabían, sabían sus consecuencias y ellos no hicieron nada para evitarlo, porque hacerlo hubiera sido impopular, demagogia y quizás hubiera tenido algún costo electoral altísimo para el gobierno y ya saben que con esto, en política, no se juega.
Ahora debemos ver cómo el resto de países vecinos adelantan la vacunación a toda marcha, mientras nosotros vemos al presidente en cuatrimoto y a la alcaldesa de vacaciones en Costa Rica, mientras que los colombianos se mueren esperando una cura.
Por. Andrés Hernández