Me disculpará por esta columna porque la he publicado ya varias veces durante este año. Se supone que alguien que tiene un espacio de opinión maneja variedad de temas y no se casa con ninguno en particular para no volverse aburrido, pero es que las ganas me pueden y tengo que sacarlas de mi sistema a ver si encuentro paz mental.
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Necesito hablar de Iván Duque, a quien no menciono hace meses, porque casi todo lo que hace y dice es digno de ser reseñado. Tal vez mucho de lo que lea acá usted también lo piensa, lo ha notado por su propia cuenta o lo ha leído ya en innumerables columnas a lo largo de estos dos años, algunas de ellas escritas por mí, pero, ¿cómo no hablar de semejante personaje si es una fuente inagotable de noticias, burlas y reflexiones?
El otro día en una ceremonia en la escuela de cadetes de la Policía felicitó a la institución porque este año se había logrado la menor tasa de homicidios desde 1974, dejando entrever en su discurso que se debía gracias a la labor de la fuerza pública. O sea, según Duque, que llevemos un año encerrados es un detalle menor que no tiene mucho que ver con el descenso de la cifra. Pasamos de ser un país violento a uno que se mata muchísimo menos no por la pandemia sino gracias a lo bien que nos controlan.
Por otro lado, para 2021 no solo se anunció la no cancelación de ‘Prevención y Acción’, el espacio diario sobre el coronavirus presentado por el presidente, sino un nuevo programa de entrevistas con personalidades conducido por él mismo. Pero quién coños quiere ver a Iván Duque, pregunto, si es un personaje sin gracia ni carisma, uno al que basta con verle la cara para querer morirse. La pandemia ya dejó de ser novedad, el rating del programa actual es bajo y encima pasó de informar sobre la enfermedad a hacer propaganda sobre la gestión presidencial, así que no tiene sentido que exista. El otro día estuvo de invitado Leopoldo López, líder de la oposición en Venezuela, ¿para qué? ¿A quién le importa? ¿Por qué Duque no se esfuerza en mejorar su gestión en lugar de hacer un show televisivo cada 24 horas?
O no se da cuenta de lo que hace y le importa un carajo, o se da cuenta, pero no sabe cómo corregir el rumbo y el primero que siente lástima y rabia por sus actos es él mismo (solo que no puede reconocerlo en público), o no se entera de nada y cree que lo está haciendo divinamente, como cuando hizo el chiste del perico, aclarando que se refería al café y no a la droga, apunte que solo a él debió parecerle graciosísimo. Quienes estaban allí presentes tuvieron que reírse porque lo había hecho el jefe y no seguirle la corriente significaba poner sus puestos en peligro.
Es que muchas cosas pintan mal mientras Duque da discursos y presenta informes como si esto fuera, ya no Noruega, sino Disney. Estamos cerca al centenar de masacres y a los setecientos líderes sociales asesinados en lo que va del año, y encima parece que se viene una reforma laboral y que el salario mínimo para el próximo año va a subir algo así como el dos por ciento, lo que significa más impuestos y menos salarios, justamente lo opuesto a lo que prometía en campaña.
Hace poco viajó a Providencia a hacerse el que cargaba unas cajas y a prometer ayudas después del huracán, y por varios lados se han filtrado quejas de los habitantes de la isla que denuncian que muchas ayudas no han llegado y que no hay agua potable para satisfacer las necesidades básicas. A eso hay que sumarle lo ocurrido en el Túnel de la Línea, que aguantaría un estudio a fondo. Inaugurado hace doce años por Uribe sin haber entrado en funcionamiento, fue reinaugurado por Duque hace unos meses con show de yipaos giratorios incluido y una placa más grande que el túnel mismo, donde el nombre del presidente salía primero y en mayor tamaño que el de la obra misma. Hoy el túnel está cerrado hasta nueva orden, lo que hace que la placa luzca más ridícula de lo que ya era.
Debe haber cosas más graves que no alcanzamos a ver, tejemanejes oscuros que más que risa y rabia dan es miedo y frustración, pero mientras no salgan a la luz toca enfocarse en aquellos actos y medidas que son públicos y que hacen las delicias de los votantes. Pan y circo, reír para no llorar, expresiones manidas que nunca antes habían definido tan bien a este país.