Opinión

Coronar un alto mítico en Colombia

“Decidí emprender la aventura de coronar el Alto de Línea junto con mi papá porque era uno de los grandes sueños que teníamos. Siempre que pasábamos por ahí en carro decíamos que algún día lo íbamos a subir en bicicleta y ese momento llegó”: Caballito de Acero

Getty Images

En esta columna quisimos hacer algo diferente a lo que siempre hacemos, y es que todos los días nos levantamos con las ganas de informarles sobre lo que está pasando en el mundo del ciclismo, pero en muy pocas ocasiones contamos el ciclismo desde nuestra propia experiencia. Nuestro amor por el ciclismo nace, en algunos de los integrantes de este gran proyecto, porque también lo practicamos, así sea de forma recreativa, y sentimos la emoción que es coronar un gran puerto o la adrenalina en las bajadas.

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Ser ciclista es una combinación de emociones y de adrenalina, pero que al final nos llevan a amar cada día más salir a la carretera, con responsabilidad y cuidado, pero gozando cada pedaleada. Hace algunos días, una de las integrantes de nuestro grupo, emprendió junto con su papá una de esas grandes aventuras que buscan hacer los ciclistas aficionados en Colombia. En Colombia existen varios altos que año tras año cada ciclista corona, los que más anhelan coronar los ciclistas son el alto de Letras y el alto de la Línea. El alto de Letras, es el más duro de todos, empieza en Mariquita a 1000 msnm y termina en el Alto de Letras a 3.400 msnm luego de recorrer 80 kilómetros subiendo. El alto de la Línea, por su parte, es el alto con el que empiezan los ciclistas que ya tienen algún nivel y que buscan coronar estos míticos puertos. Este alto empieza en la ciudad de Cajamarca en el Tolima y termina en el alto de la Línea en el departamento del Quindío luego de subir 23 km.

Ahora, hablando en nombre propio, yo, Gabriela, decidí emprender la aventura de coronar el Alto de Línea junto con mi papá porque era uno de los grandes sueños que teníamos. Siempre que pasábamos por ahí en carro decíamos que algún día lo íbamos a subir en bicicleta y ese momento llegó. El día que decidimos subir la Línea, salimos a las 4 am de Bogotá para estar llegando aproximadamente a las 10 am a Cajamarca para empezar a subir. El clima en Cajamarca estaba muy bien y cuando mirábamos hacia la montaña se veía que estaba haciendo sol por lo que nos animaba más, el alto nos estaba esperando. Empezamos a subir suave, como se dice en el mundo del ciclismo, regulado, hasta el que se conoce como el peaje de la Línea son 13 kms con pendientes entre el 6% y el 7%, lo que los hace muy pedaleables. Luego del peaje, empieza la parte dura, desde ahí ya no volví a ver a mi papá porque a él subiendo le rinde por lo que cogió paso y no lo volvimos a ver. Esa última parte del recorrido, los últimos 10 km, las pendientes pasan a ser del 9% hasta algunas del 14% al final lo que hace que el ascenso sea más duro.

Faltando 5 km hay un aviso que te dice que ya vas a llegar al alto y es desde ahí que ya se pedalea más con el corazón que con las piernas, además es en ese tramo que son las rampas más empinadas. Pero es en ese momento, que uno se da cuenta que ser ciclista es lo que más le gusta en la vida y que la satisfacción de ver que vas a coronar altos como este es lo que hace que las madrugadas a las 4 am para entrenar valgan la pena. Cuando llegué al alto y abracé a mi papá y pude ver su cara de satisfacción al ver que lo habíamos logrado juntos fue lo que me mostró que el ciclismo nos brinda muchas alegrías.

Todos los pensamientos que pasaron por mi mente, mientras iba pedaleando hasta el alto son indescriptibles. En los primeros kms iba muy animada pensando que estaba haciendo uno de esos grandes sueños que tenía como ciclista. Ya en los últimos kms solo pensaba en que no me podía rendir, que ya estaba cerca de coronar y que tenía que hacer que todos mis entrenamientos valiera la pena. Otra de las cosas que hacía que siguiera pedaleando con muchas más ganas eran los ánimos que nos daban muchos de los carros que pasaban por la vía, varios nos gritaban vamos Nairo!, como otros que analizaban cada una de nuestras pedaleadas y le decían a sus acompañantes que plato y rotación llevaba yo. Todas esas experiencias que te pasan en la carretera, también muestran que el ciclismo es un deporte de mente y corazón.

Para todos los que quieran hacer este alto, se los recomiendo, es un alto que con algún grado de dificultad se logra. Con un buen entrenamiento previo es más lo que se goza que lo que se sufre. Además, la satisfacción de haber coronado alguno de los altos míticos Colombia vale todo el esfuerzo y sacrificios previos.

Gabriela Mancera / @acerocaballito

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