Durante estos meses, por invitación del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, he tenido ocasión de trabajar en la próxima edición del libro Bogotálogo… usos, desusos y abusos del español hablado en Bogotá, diccionario del español de la capital colombiana con varios años y algunas reediciones y reimpresiones a cuestas. Así, entendidas las limitantes logísticas de temporada, nos hemos arrojado a la caza de palabras y expresiones cuya presencia haya enriquecido el castellano de la capital en el tiempo que va transcurrido desde cuando la obra fue publicada en su versión más reciente hasta hoy. Hemos hablado con habitantes muy heterogéneos de la ciudad: voluntarios que donan palabras vía redes, ex habitantes de calle cuya sobreabundancia léxica sorprende e incluso ciudadanos privados de su libertad en reclusiones del distrito y padres de un montón de expresiones ingeniosísimas.
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Ahora: aunque terrenos como la política son algo de lo que todos por hábito y no sin razón acostumbramos a despotricar, mal haríamos en desconocer el lugar de este ámbito del saber y del ejercicio profesional como fermento que a diario enriquece la lengua. Así, a manera de homenaje al presente gobierno y a las instituciones que lo rodean en su calidad de generadores de conocimiento, aquí van algunos neologismos locales de cuño presidencial:
abuelitos. Fórmula en ocasiones cariñosa y en otras condescendiente para aludir a los ancianos, indistintamente de si estos tienen o no nietos. El término, antes empleado mayoritariamente por párvulos en alusión a los abuelos propios, fue objeto de un súbito remozamiento por cuenta de cierto mandatario, quien se habituó a utilizarlo como estrategia persuasiva para evitar que los mayores de sesenta años abandonaran sus domicilios en el contexto pandémico que enmarcó a 2020.
administración anterior. Culpable vitalicia de toda desgracia acontecida o por acontecer en materia gubernamental. Funciona a manera de comodín para expiar responsabilidades propias.
ajuá. Grito de batalla con tintes onomatopéyicos popularizado por el general del Ejército colombiano Eduardo Zapateiro, quien envuelto en alborozo debido al ascenso de la popularidad de la institución bajo su regencia, lo cantó con voz propia en televisión nacional al cierre de una entrevista en mayo de 2020.
atenido. Según la actual vicepresidenta de la nación, surpador pasivo y algo taimado de los recursos ajenos.
cerco diplomático. Medida de presión altamente efectiva a la hora de contrarrestar gobiernos hostiles en países vecinos.
días contados. Unidad de medida que antecede a la renuncia de un primer mandatario. Dada su incierta duración hay quienes la tasan en razón de años, cuando no de décadas o siglos.
economía naranja. Concepto posmoderno, a juicio de la mayoría de involucrados incomprensible, fundamentado en emprendimientos de índole creativa, cultural y artística.
fajardearse. Expresión de uso extendido en la Bogotá de la tercera década del siglo XXI. Alude al acto de desentenderse de un compromiso relevante bajo pretextos de neutralidad.
homicidio colectivo. Eufemismo para ‘masacre’.
no heterosexual. Al decir de cierta figura prominente en el panorama político colombiano, homosexual.
Polombia. Alusión paródica a Colombia derivada de uno de muchos yerros presidenciales de exposición pública gracias a la televisión y a las redes.
La lista bien podría continuar, pero el espacio se acorta. Así pues, y sin olvidar el reconocimiento a los aquí involucrados por su contribución a este glosario, sólo resta preguntarles a quienes leen: aparte de los anteriores neologismos… ¿se les ocurren otros? Hasta el otro martes.