Antes de empezar la columna, un merecido recuento.
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- Agosto 4: 3 jóvenes comuneros indígenas asesinados en Canoas.
- Agosto 8: 1 jóven indigena Awa Mikua asesinado.
- Agosto 9: 2 niños asesinados en Leyva.
- Agosto 11: 5 jóvenes asesinados en Cali.
- Agosto 13: 2 indígenas asesinados en Corinto.
- Agosto 15: 8 jóvenes asesinados en Samaniego.
- Agosto 18: 3 indígenas asesinados en Ricaurte.
- Agosto 21: 5 personas asesinadas en El Caracol.
- Agosto 21: 6 personas asesinadas en El Tambo.
- Agosto 22: 6 personas asesinadas en Tumaco.
Si lo de arriba no le preocupa, tenemos un problema.
Aquí empieza la columna.
Regularmente suelo escribir sobre los desaciertos del alcalde de Cali pero es necesario hacer un contrapeso, eso es lo que haré esta vez. Resaltaré la excelente gestión que ha realizado la administración municipal para reactivar la economía local, tan cruelmente golpeada por la pandemia.
Antes debo decir que me cuesta, me cuesta mucho ser optimista con el panorama nacional lleno de titulares que evocan al disgusto, pero es una tarea que necesitamos realizar para no rendirnos ante el pesimismo. Cada noche antes de dormir trato de hacer un recuento de las cosas buenas que pasan, porque aunque sean pocas, siempre están ahí, esperando que alguien las traiga a colación, porque esas situaciones se ven rápidamente opacadas por el ruido de internet y nunca van a generar el mismo impacto.
Lo primero que se tejió para reactivar la economía de la ciudad fue idea del alcalde Jorge Iván Ospina con la Secretaría de Desarrollo Económico de Cali, todo el mérito para esta dupla ganadora. El problema a afrontar era grande y la solución no podía ser inmediata sino progresiva, lenta, pero sobre todo, biosegura. Es ahí donde se plantea una estrategia de reactivación por medio de pactos con los diferentes sectores, ¿pero por qué? Si se abre un sector a las carreras, toda la responsabilidad de los posibles contagios que puedan darse en ejercicio, recae sobre la alcaldía. Había que compartir la responsabilidad con los establecimientos y hacerlos partícipes de esta apertura segura tanto para los comensales como para los empresarios.
La primera solicitud que se hizo fue la de Grecocentro y los centros comerciales, con ella llegó el primer tropiezo. Después de haber ilusionado a los empresarios con la apertura de sus comercios, el gobierno nacional dio una negativa y pidió que se enviara una solicitud formal al Ministerio del Interior. Esta se envió y por fin se aprobó. El viernes 5 de junio el sector tenía luz verde para volver a operar con el cordón sanitario de ingreso y este sería el parteaguas que marcó una serie de triunfos venideros para la ciudad.
Después de este primer sector beneficiado con la medida, entró el siguiente. Los salones de belleza, peluquerías y centros de estética. El reto fue mayor… El primer sector en acogerse al pacto, Grecocentro y los centros comerciales, estaba agremiado, el segundo no tenía un gremio que los representara. Fue entonces cuando se tuvo que proponer una mesa de trabajo para intentar organizar el sector puesto que todos eran actores individuales pero buscaban un mismo fin, que se les permitiera trabajar. Se les tuvo que dar capacitaciones, se les invitó a unirse por un bien común y fue el 15 de junio cuando pudieron, después de mucho trabajo, regresar a labores.
Parecía que le llegaba el turno al sector gastronómico. El 1 de julio todo estaba listo, las mesas se sacaron a la calle, se instalaron todos los protocolos de bioseguridad, se prendieron las estufas, se activaron las cajas registradoras y… quedaron ‘como novia de pueblo, vestida y alborotada’. El sector sufrió un revés inesperado puesto que aunque el parágrafo del decreto expedido no pedía carta de autorización sino articulación con el Ministerio del Interior, llegó una llamada de Bogotá pidiendo que bajaran los tacos de la energía, que este piloto no podía llevarse a cabo hasta no contar con la autorización formal.
Días después nos reunimos 5 personas preocupadas por la situación. Un concejal, un publicista, un politólogo, el director ejecutivo de Acodres y un don nadie, o sea yo. Armamos un grupo de WhatsApp y empezamos a tirar ideas sobre cómo presionar al gobierno nacional para acelerar tanta burocracia que impedía iniciar con los pilotos. En un solo día logramos concretar varias ideas. Andrés Lozano de Publilatina aportó una valla en la Avenida Roosevelt, Juan Martín Bravo puso la lona para la valla, Nicholas Benedetti (no el jugador de fútbol, el politólogo) estructuró la campaña, Brany Prado nos apoyó con las cifras para que el mensaje fuese contundente y yo apoyé la estrategia digital que terminó siendo tendencia nacional durante un día con el hashtag #AperturaBioseguraEnCali
No quiero de ninguna forma adjudicar a este grupo mencionado la apertura del sector gastronómico, era claro que todo se estaba cocinando tras bambalinas y Argemiro Cortés de la Secretaría de Desarrollo Económico de Cali, con su equipo de trabajo, estaba presionando constantemente al gobierno nacional, pero hacía falta ese clamor social que pusiera una presión muy fuerte: la opinión pública. Todos deseaban que el sector abriese pero nadie sabía cómo poner el grito en el cielo y nosotros dimos ese último empujón. Hasta el día de la valla, la tendencia y el clamor local para apoyar la reactivación económica de los restaurantes, solo tenía el visto bueno del Ministerio de Salud pero faltaba la autorización del Ministerio del Interior. Luego del ruido en redes sociales, al día siguiente, llamaron al Director Ejecutivo de Acodres, Brany Prado, para decirle que habían escuchado la petición y que en el transcurso del día le harían llegar la carta al alcalde.
El jueves 13 de agosto fue la cita, por fin los restaurantes terminaban de cruzar ese tenebroso túnel de cuarentena que le costó al sector gastronómico caleño 2.120 establecimientos cerrados y 18.196 puestos de trabajo perdidos. Un descalabro financiero que trajo a la ciudad problemas de evidente inseguridad que nos golpean hasta el día de hoy. No toda la inseguridad es resultado del aumento del desempleo, pero sí que le aporta a las cifras. La gente necesita llevar comida a su casa y en casos extremos no se miden las acciones. Lo anterior sin justificar la delincuencia, solo poniendo en contexto la situación. El sazón volvió a Cali, y con él, la alegría de un sector golpeado como ninguno.
Llegó el turno para el amor, como diría el bohemio alcalde Jorge Iván Ospina. En las reuniones para conocer los protocolos de bioseguridad de los moteles se escuchaban risas y aplausos, es que todos somos niños cuando se hablar de sexo sin pudor se trata. Las presentaciones del gremio ASOAMAR incluían posiciones sexuales bioseguras que ilustraban con caricaturas haciendo el perrito JAJAJA, perdón, es que uno no se imagina cómo pueden fiscalizar que se estén cumpliendo las posiciones pero no deja de ser una anécdota para la posteridad. El gremio se tomó muy en serio la salud de los caleños y presentó un protocolo incluso excesivo para regresar, pero que la actividad ameritaba, mis aplausos para ellos. El 19 de agosto se firmó el pacto y los moteles volvieron a abrir sus puertas… punto para los tortolitos que apoyaron la reactivación del sector pues se reportaron cifras históricas el mismo día que se dio la noticia. Se viene un baby boom pandémico.
Siguieron los autocines. Desde el vamos, se sabía que las salas de cine iban a estar relegadas a las últimas posiciones de apertura por la cantidad de personas que se aglomeran para ver una película, por eso surgió esta opción que parecía olvidada en el tiempo y volvió con fuerza para quedarse. No fue una, fueron dos, las solicitudes que se enviaron al Ministerio del Interior las cuales regresaron desde el centralizado gobierno nacional para decirle al municipio ‘nanay cucas’, bananearon a los autocines dos veces con la apertura mientras el Ministerio del Interior insistía en que primero ellos tenían que ser quienes estructuraran los protocolos de bioseguridad para autocines y posteriormente autorizar su funcionamiento. Había un pequeño detalle que generaba un gran problema, los autocines no componen como tal un sector de la economía sino que es una parte de la exhibición cinematográfica, es por eso que no tenían prioridad. De repente, pasó lo inesperado, el Ministerio del Interior no solo autorizó autocines sino también salas de cine con medidas especiales de distanciamiento y cero consumo de alimentos dentro de salas. El 21 de agosto fueron las primeras funciones en el autocine Piedragrande y Comfandi Pance, una experiencia que aún no he probado pero muero por hacerlo. Este sector aún no ha firmado pacto pero se hará cuando se abran las salas de cine.
Baldado de agua fría. Autorizaron los pilotos para bares PERO SIN EXPENDIO DE BEBIDAS ALCOHÓLICAS, ¡KELLY PERO QUÉ MONDÁ! Los memes inundaron las redes sociales, todos se preguntaban para qué ir a un bar si no se puede tomar licor. Luego de las risas, el Ministerio del Interior puntualizó que se podían pedir bebidas alcohólicas PERO PARA LLEVAR. Obviamente llegaron más risas y hasta el día de hoy los colombianos se preguntan cuál es el motivo que tendrían los dueños de bares para abrir si no pueden obtener ganancias de la venta de licor. ¿Van a vender jugos naturales? ¿Avena con crispetas? ¿Leche achocolatada? Este sin duda fue el arranque más chueco y esperamos que se evalúe mejor, puesto que ni vendiendo botellitas de agua a $20.000 termina siendo un negocio para los bares.
¿Qué sigue?
Aunque los gimnasios están esperando desde hace mucho su turno para entrar al juego, la solicitud ya se hizo y depende del Ministerio del Interior dar luz verde a este sector. Ya se enviaron las cartas de solicitud para que se inicien los pilotos con salas de cine y teatros, también casinos y juegos de azar, centros deportivos, y a partir de aquí lo que quedaría por abrir es muy poco… en Cali. Hago esta apreciación porque Cali ha sido prácticamente la ciudad modelo para la reactivación económica y esta columna se la quiero dedicar muy especialmente a una persona que se echó el peso de esta tarea titánica en la espalda y al día de hoy sigue trabajando sin descanso para reactivar todos los sectores de la ciudad, se trata de la Subsecretaria de Desarrollo Económico de Cali, Tatiana Zambrano. Una mujer con alma de guerrera que ha librado mil batallas desde su despacho y en la calle. Si bien Argemiro Cortés ha hecho una gestión valiosa, esta funcionaria es quien ha recorrido la ciudad de cabo a rabo haciendo la labor teórica, logística y práctica para la reapertura. A usted mi sincero reconocimiento y aplausos en nombre de todos los caleños.
Una última cosa.
Gracias a la FLIP por escuchar el llamado de los periodistas sobre los ataques del alcalde Jorge Iván Ospina a la libertad de prensa y las constantes ofensas que sufren los caleños desde su cuenta de Twitter. De corazón espero que se autoevalúe, no por una victoria personal, sino por el bien de la ciudad. Usted es un líder valioso con una actitud de mierda, ambas cosas se las he dicho en reiteradas ocasiones.
@JulianJaraUribe