La sensación de que nada va a estar bien debido a la represión por parte de las autoridades, a una pandemia, a líderes que quieren un control absoluto de los países que dirigen, a la crisis económica y a la absorción por parte de la tecnología de nuestros sueños y hasta de nuestros cuerpos. La profunda división clasifica a la población en culpables e inocentes, infectados y sanos, inmigrantes y nacionales, pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más cínicos. Este escenario de una sociedad distópica es plasmado con maestría en la serie Years and Years, disponible en HBO y la cual lejos de ser una ficción absurda parece la hoja de ruta del mundo actual.
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Years and Years pronostica apenas con una lógica racional cómo serán los años que nos esperan. Y digo que es un pronóstico lógico porque no hay que ser vidente para entender que la historia de la humanidad refleja procesos cíclicos que se acentúan con cada repetición. Todo lo que pasa: las enfermedades, las crisis económicas, los desastres naturales no son resultado de un designio externo o de grupos a los que podemos señalar como culpables. No, cada uno tiene la responsabilidad en su proceso individual y como parte de un colectivo del desastre de sociedad que somos. En este momento se culpa al coronavirus (externo) pero nadie piensa en las decisiones equivocadas que hemos tomado en el pasado. Anhelamos un poder divino que nos salve en forma de dioses o científicos cuando la salida está en el poder que tenemos como grupo.
Así como Muriel Deacon (Anne Reid) es la abuela que en Years and Years está para recordarle a su familia que ellos permitieron que la sociedad llegara a escenarios indeseables, me pregunto ¿quién será nuestra voz de conciencia? Es claro que no son los políticos, que ya nos han demostrado su incapacidad para tomar buenas decisiones, y que, así como podemos llamarlos Trump, Bolsonaro y tantos más, luego pueden ser Vivienne Rook, interpretado en Years and Years con precisión por la magnífica Emma Thompson. Tampoco son la gran mayoría de los medios de comunicación, presos de sus dueños o de sus marcas anunciantes y que fingen hacer un buen trabajo siguiendo el juego de las llamadas fake news para hacer chequeos inútiles y meter en una misma bolsa lo absurdo, lo incoherente y lo conveniente para aquellos que tienen el poder global. En vez de ver más allá de lo que está en sus narices, se jactan de estar más cerca de la gente y omiten investigar. La voz de la conciencia menos está en los líderes religiosos, cegados por la ambición del dinero y quienes desnudaron sus falencias hace décadas.
Years and Years nos sugiere a nivel argumental que la conciencia no está solo en la voz de la experiencia de Muriel, sino en la de toda la familia Lyons, como parte clave de la transformación colectiva. Bien lo dice en una de las escenas Edith Lyons cuando asegura que su familia no fue la solución sino apenas una parte. Traído a la realidad, el mensaje es que no estamos para heroísmos con nombres y apellidos, sino pensados en un nivel colectivo, libre de protagonismos o figuras mesiánicas. La familia, de sangre o por decisión, es la semilla para que se empiece a priorizar el medio ambiente sobre el consumo, entendiendo así que la tierra al igual que nosotros somos organismos vivos a los que debemos nutrir con alimentos, emociones y acciones adecuadas. Years and Years, una de las mejores series que he visto, señala el escenario distópico en el que nos transformaremos si no pensamos como colectivo, aunque también plantea la solución luego de años oscuros. Está en nuestras manos decidir si aprendemos con amor o con dolor.