Opinión

Hard en HBO: porno en tiempos de redes sociales y streaming

Columna de opinión sobre la serie Hard, una adaptación brasileña de una comedia francesa, cuya primera temporada ya comenzó por HBO.

La industria pornográfica hace rato dejó de estar en DVD o en las páginas web que incluyen títulos recursivos con x, porno o sexo. Las redes sociales y las plataformas de streaming son brazos que extienden el poder de las imágenes sexuales con herramientas que llevan a desear el deseo de manera cada vez más intensa. Desde dos extremos, uno carente de construcción narrativa y otro mucho mejor pensado, la ficción de las series y la ilusión de las redes sociales trabajan sincronizadas en volvernos dependientes a esas representaciones de las relaciones sexuales. HBO estrenó la serie Hard, una adaptación de una comedia francesa que con una producción impecable y buenos diálogos permite que el público no solo se rinda ante el deseo, sino que piense y en medio de ello suelte una que otra risa.

Hard es una ficción con una promesa de amor que se ve traicionada por la mentira de un esposo recién fallecido. A esto hay que agregarle que la promesa se da entre una mujer muy conservadora e inhibida a nivel sexual y un hombre con el filtro de esposo perfecto que pierde su máscara al morir. Entonces, tenemos a una protagonista casi virginal (Natalia Lage) en una sociedad de apariencias y doble moral como la brasileña (espejo de la latinoamericana). Brasil es un pueblo que históricamente se ha refugiado en ideologías puritanas e hipócritas, como la mayoría de religiones y países de la región, y que para nada reflejan la esencia pasional y libre que está en el cuerpo de los nacidos en esta tierra, naturaleza que solo logra su autenticidad ante el mundo de lo público cuando hay carnaval.

Marcello Mastroduro (Julio Machado) sabe que no está en una película porno sino en una serie para HBO y por eso de manera histriónica irrumpe en la última escena del primer capítulo. Lo hace en cuidadosos planos que evidencian una de las fortalezas de Hard: su tratamiento estético. Esto es algo de lo que claramente carece el porno suave de Instagram y Tiktok, que entra en la mente de los usuarios con una fachada de fortalecer las relaciones entre personas pero que a la hora de la verdad termina extrayéndonos datos y volviéndonos dependientes (leamos a Marta Peirano). Por eso, entre la seducción a través de una narrativa sobre la industria pornográfica de Hard y la espontaneidad ilusoria y vacía de las publicaciones acerca de sexo en redes sociales, me quedo con la primera.

No cuestiono que las redes sociales visibilicen el poder del sexo en imágenes o que estimulen el culto al deseo porque sería cuestionar la propia naturaleza humana. Lo que me incomoda es que así como el protagonista de Hard, las redes sociales no son honestas con su familia (usuarios) y ponen un filtro de ser espacios controlados para beneficio de la gente y terminan siendo espacios de vigilancia, represión, control y algunas veces permisividad en delitos (por ejemplo, hoy se investiga el uso de los datos de menores en la red social TikTok y la falta de control para prevenir el acoso). Aunque es un tema que la justicia definirá, la ausencia de una legislación fuerte a nivel global pone en riesgo a población vulnerable (menores), tanto con la exposición de sus datos como con el acceso que tienen a contenidos sexuales que simplifican y aligeran algo tan importante como es el sexo.

Este debe ser un debate que debemos tener como sociedad. Los ritmos acelerados de acceso a todo tipo de contenidos y en múltiples plataformas evitan que reflexionemos sobre lo que está en las pantallas y muchas veces elijamos inconscientemente contenidos ligeros sobre otros que nos permitirían tener una visión más amplia de las relaciones humanas y de industrias como la pornográfica, como sucede con el caso de Hard.

 

 

 

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