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Fútbol en pijama

El despertador sonó y el corazón dio un brinco. Recordé lo que sentía en mi infancia al abrir los ojos el día de navidad. No es lo mismo pero casi: después de una larga espera había llegado el momento de destapar el regalo en pijama. El derbi de la cuenca del Ruhr: Borussia Dortmund – Schalke 04, un partido que hace unos meses no había abrazado con tal dicha y agradecimiento. Nadie valora el par de medias que le dan en nochebuena hasta que en serio las necesita. 

Fue románticamente extraño. El rugir de las tribunas reemplazado por el sonido de los guayos impactando la pelota, un golpe seco que con el correr de los minutos iba haciendo la segunda voz a un corazón que cantaba emocionado por el regreso de Su Majestad el TOR. La claridad de los gritos de los protagonistas sustituyendo el murmullo incesante de las masas. Sonaba a fútbol aficionado. Y el espíritu que reinaba era ese: la dicha de jugar, a pesar de los temores. 

Y el mundo observaba. A la hora de los primeros partidos del sábado, la cadena que tiene los derechos de televisón en Alemania reportaba 6,1 millones de televisores sintonizados en sus canales. Es decir, el doble de audiencia que en un sábado de fútbol antes que el COVID-19 impusiera su ley. 

El porcentaje de consumo fue superior al 60% en la franja de televidentes de 14 a 49 años, un récord absoluto para la cadena y una daga atravesando el discurso de aquellos que llevaban dos meses diciendo que a nadie le importa si este deporte sobrevive o no. 

En América Látina, la impecable transmisión de ESPN (desde la casa de relator y comentarista, que bien podrían estar en pantuflas) tuvo 10 veces más audiencia que la monitoreada por la cadena el sábado anterior en el mismo horario. 

Al romper la envoltura y destapar el regalo: la realidad. Ni más, ni menos. El recordatorio de que un protocolo ejecutado por seres humanos (así sean alemanes) es imposible de cumplir al 100%. Los instintivos actos de sonar la nariz o abrazar al compañero dificilmente podrán ser erradicados a la primera. Tendremos que adaptarnos todos pacientemente al nuevo fútbol, la nueva vida. 

La falta de ritmo de competencia fue también evidente. Incluso el poderoso Bayern Munich tuvo problemas por momentos para superar con la contundencia habitual al humilde Unión Berlin. A eso sumemos las ocho lesiones musculares que deja la jornada y que pueden atestiguar lo difícil que es reactivar luego de una para tan larga y de apenas algunos entrenamientos colectivos. 

El fútbol está en pijama todavía. Apenas comienza a levantarse. Es vulnerable y está expuesto. Sin embargo, poder verlo de nuevo, incluso así, es el mejor par de medias de la historia.

Por: Julián Capera B @juliancaperab

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