En lo que llevo escribiendo para este diario nunca he hablado sobre mi trabajo o para quién laboro, pero hoy quise en cierta forma romper esa regla que me había puesto de no mezclar mis opiniones con mi vida cotidiana al lado de una persona que es admirada por muchos, odiada por otros y aceptada por varios.
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Hace unos días se suscitó una polémica respecto a la salud de Gustavo Petro; él es mi jefe desde campaña a la presidencia en 2018, luego de ello pasé a ser parte de su equipo de trabajo en el Congreso de la República y desde allí he tenido independencia sobre mis opiniones en distintos medios de comunicación, mi relación de amigos con distintos periodistas y hasta las opiniones que doy en mi columna de opinión, etc.
Lo he aprendido a conocer en cierta forma, un hombre callado, que analiza antes de hablar, investiga antes de opinar y consulta antes de platicar, de pocas palabras al escribir en chat, pero que siempre está dispuesto a escuchar cada que le consulto y siempre aprendo historia cuando él me explica algo. Muchos dicen: “Es que Petro es tóxico, solo piensa en él, es egocéntrico, castrochavista, bla, bla, bla…” yo solo respiro cada vez que me dicen eso, por que es totalmente distinto a eso, para él están primero las personas, el pueblo, los más necesitados, para él, el país es lo primordial.
¿Es de pocas palabras? Sí, es silencioso, pero no por que no quiera hablar, es porque va pensando en cómo cambiar este país y buscar que sea mejor. Debo confesar que cada vez que habla de cambio climático tomo nota, sabe muy bien el tema, no es que se invente cosas, lo he visto leer, investigar, escribir, indagar, preguntar y creo que eso es interesante, un hombre que siempre se está preguntando el cómo, cuándo, dónde y por qué es alguien que ve más allá del problema y busca una solución.
Cuando empezó todo esto del coronavirus en el país, recuerdo que nos citó un lunes en la oficina, era marzo, pidió que todos tomáramos los elementos para poder trabajar desde casa y que nos confináramos: la salud era primordial, así lo hicimos y de manera virtual empezamos a trabajar; él muy atento a lo que (en mi caso) le escribo, entrevistas, sus intervenciones (le gusta que sus redes estén actualizadas para que las personas tengan acceso a la información de manera instantánea) y estar actualizado de lo que pasa en Colombia.
El día que él toma la decisión de contar a la opinión pública su situación médica, ese día me despertó la llamada de un reconocido periodista radial, me señaló que quería confirmar una información que una fuente anónima le había pasado y me describió con pelos y señales, dónde y qué estaba haciendo el Senador. Allí me alerté, no le confirmé nada al periodista, él solo se limitó a señalar que: “No diré nada sobre el tema, es algo muy personal y que solo le importa a él y su familia”, allí entendí que al menos algo de ética le quedaba a pocos periodistas en el país. Terminada la llamada hablé con Petro, él en la tarde solo me respondió: “Lo van a llamar los periodistas”, entendí que se enfrentaría a ese monstruo que es la opinión pública, pero pude comprender la presión a la cual se estaba viviendo.
El Petro que conozco es un Petro que estudia, un político que mueve masas y, como tal, un líder que donde va siempre las personas lo recibirán con una sonrisa. Las caminatas son cortas pero largas de tiempo, todos quieren una foto con él y él quiere estar con el pueblo, en esa tarea titánica lleva muchos años y le ha costado su propia vida (amenazas, señalamientos, atentados, etc)
Cada que regresamos de visitar las regiones, siempre llegan muchas cartas (no de personas pidiendo cosas o pidiendo ayudas): son cartas con agradecimientos, con palabras de cariño y afecto, son letras que inspiran y versos que le dan fuerza para continuar. El Petro que conozco, el que es familiar, él que está pendiente de sus hijos, el que habla como un niño cuando su pequeña Antonella lo llama para saber cómo va su día.
Pueda que tenga el privilegio de trabajar al lado de él y creo que mi papel ha sido fundamental con los medios de comunicación a quienes hemos llevado un mensaje de respeto al trabajo de cada uno de los periodistas, el respeto a su labor y toda la ayuda necesaria que ellos requieren, pero también me ha generado decepción ver cómo varios colegas sacan lo peor de ellos y pierden su profesionalismo solo para caerle bien al mandatario de turno o porque simplemente tienen posturas o tendencias políticas diferentes (las cuales respetamos).
Mi llamado es a la prudencia y una autoevaluación en el periodismo, saber si efectivamente estamos haciendo el papel fundamental que emana la profesión o simplemente se volvió el arma para acabar con la vida personal y familiar de una persona.
A Gustavo Petro y su familia, un abrazo de mi parte; sigan siendo fuertes como lo han venido siendo por tantos y tantos años, yo seguiré incondicionalmente como lo he hecho desde el primer día.
Este es el Petro que conozco, el Petro Humano.
@AndresCamiloHR