WIN + es menos

“Por eso nos extorsionan al son de esos 30.000 pesos. Por eso nos roban 12.000 pesos de un carnet, que sumado por miles es una millonada y nadie sabe nada de esa plata y de su manejo. Por eso arman una mafia de reventa de boletería y la cosa está ahí, como si nada. Por eso estos tipos se sienten tan seguros en su solio de poder”: Andrés ‘Pote’ Ríos

O van al estadio o compran la suscripción del canal Win +, así será la única forma de ver fútbol para los hinchas… algo así fue lo que dijo el presidente de la Dimayor, Jorge Enrique Vélez. Y es que llegó la hora cero para el lanzamiento de ese canal que, según indica la triste realidad, tiene el sartén por el mango y es el dueño del fútbol colombiano. Es decir, es el dueño de un negocio privado que administra y hace lo que le da la gana con algo sagrado: nuestras pasiones por un deporte y por unos colores. Para mí, es un curioso modelo de extorsión. Tómalo, déjalo, te jodes o pagas los 30.000 para que veas a tu equipo. En sí, por 30.000 pesos somos los dueños de tu gusto por el fútbol. Y sí, de malas…

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Claro está que entiendo que estos tipos, bajo el manto de su corbata, el whisky, la barrigota y el poco contacto con un balón en sus vidas, en una jugada o, mejor, en una manguala, cocinada hace años y quirúrgica, diseñaron todo para quedarse ­(en un engranado trabajo en equipo con los compinches de la Dimayor) con todo el negocio de los derechos de televisión e imagen del fútbol profesional colombiano. Y no sobra aclarar que, desde unas tres décadas largas, el negocio ha tenido dueño, eso es una a verdad a pulso del mercado que nos rige.

Pero con estos de Win, sumados a los otros barrigones de la Dimayor, la situación frente al manejo de todo esto tiene una fetidez que nunca ha castigado con tanta vehemencia los cornetes y papilas gustativas de nosotros, los usuarios, el último eslabón de toda esta cadena de antropofagia llena de ansia de plata. Sí, nosotros, los bobos del paseo, los idiotas que debemos pagar porque queremos ver una pasión, unos colores, un deporte llamado fútbol. Nuestro fútbol, ese de estadios del cuarto mundo, de nivel no del primero, de más de 25 equipos chicos que mandan en la mesa donde se toman las decisiones importantes de ese fútbol y en el que ocho históricos y/o grandes, que generan el verdadero rating, pasan con más pena que gloria por esa misma mesa llamada Dimayor. Ese fútbol, a veces tan flojo, pero que no deja de ser el nuestro y que nos jala porque ahí está el equipo que nos mueve el corazón y el alma.

Y por eso, como ocurre con muchas cosas de este país, con nosotros los ciudadanos, hacen lo que les da la gana. Por eso nos extorsionan al son de esos 30.000 pesos. Por eso nos roban 12.000 pesos de un carnet, que sumado por miles es una millonada y nadie sabe nada de esa plata y de su manejo. Por eso arman una mafia de reventa de boletería y la cosa está ahí, como si nada. Por eso estos tipos se sienten tan seguros en su solio de poder, con sus corbatas, repito, sus whiskys y sus barrigotas. Porque se ayudan y se encubren entre ellos, porque no tienen ni idea del deporte, porque no aman el balón, solo aman la plata.

Y sume a todo esto el producto que nos ofrecen por esos 30.000 pesos tipo “premium”. Comentaristas mediocres, padecer a Faryd Mondragón. Narradores que van con la payasería como bastión de su voz, caso Eduardo Luis. Poco análisis, salvo el buen oasis que, a mi gusto, ofrece Carlos Antonio Vélez. Equipos de transmisión que no se preparan para los partidos, que carecen de buenos datos, que botan y botan lo que sea, ya que consideran que la audiencia traga todo. Programas chabacanos y mediocres como Saque largo. Somníferos como ese programa de la mañana con Jorge Hernán Peláez, el viejito Higuera y Liliana Salazar. Notas periodísticas de lo mismo y que incluso caen más bajo como el de un tipo que al aire se deja hacer el corte de pelo de un futbolista cuando él es el periodista. En fin, me puedo quedar acá enumerando actos de circo de este canal. Y lo digo, jamás trabajaría ahí. No voy con ese estilo mediocre de periodismo. No, bien prostituida que anda esta profesión para uno aportar a vender su gusto de hacer otro periodismo por plata. No y no.

Y eso es lo que nos ofrecen bajo el discurso, ya no “debajo de la mesa”, sino frentero del: “O vas al estadio o pagas por el canal premium, o no ves fútbol”.

Pero le veo lo positivo. El espacio para los que no paguen o paguemos eso, será la casa del amigo que sí lo pagó, la tienda o el bar del barrio en donde nos reuniremos, estrecharemos vínculos, echaremos tertulia y disfrutaremos de un buen rato al son de ver nuestro fútbol, el que como hinchas hacemos grande. El que otros, esos encorbatados, barrigones, toma whisky, al son de sus “negocios”, nos están robando y están acabando.

 

 

 

 

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