Han pasado doce días desde ese 21 de noviembre. La noche que pintaba a tristeza y rabia, noche en la que un pueblo sacó sus cacerolas en las terrazas, ventanas, calles y en cada rincón de la ciudad. Las hicieron sonar con tanta fuerza que despertaron a los vecinos y no solo los despertaron de la comodidad de sus casas, despertaron la indignación, les quitaron el miedo, decidieron no silenciar su voz y decir: ¡NO MÁS!
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Con dolor recibimos la noticia de la muerte de Dilan Cruz, un joven con sueños y esperanzas que salió a las calles, no a “vandalizar” como le quieren llamar: él salió como salieron cientos y miles, a decirle al gobierno que sus políticas sólo han traído cosas malas para el país, no las queremos más, el pueblo se debe respetar; deben entender que por más que ganaron las elecciones y montaron presidente, el pueblo seguirá siendo el jefe del gobierno y superior a sus dirigentes.
Recibimos con felicidad la llegada de la Guardia Indígena, la sabiduría de nuestros mayores, nuestros ancestros que decidieron dejar la tierra y venir a la selva de cemento, alzar sus bastones de mando y decirle al poder que ellos también hacen parte de un país y no deben ser ignorados en las decisiones que se toman a diario y de las cuales han sido excluidos por años.
El poder de la cacerola, el sonido que retumba en cada rincón del país que expresa nuestro rechazo, puede que incomode su sonido, pero es un sonido de cambio.
Estamos en tiempos de esperanza, tiempos donde el pueblo ha salido de su zona de confort, se quitó los tapones de la ignorancia, se rasgó las vendas que por años y años unos cuantos nos imponen. Los jóvenes nos dimos cuenta de que no solo somos la generación de la paz, también somos la generación de la vida, del cambio y de poder hacer grandes reformas para la historia del país.
Este 4 de diciembre será una nueva jornada de marchas, es momento de seguir y nunca desfallecer, resistir y persistir. Colombia es un país por el que vale la pena luchar, por el que vale la pena entregar la vida por ver una patria libre, equitativa, democrática, diversa y multicolor.
A los que dicen que somos vándalos, se equivocan, somos y estamos en tiempos de esperanza.