El problema no es que hayan instalado el primer semáforo peatonal con conteo regresivo en Bogotá, sino que hicieran escándalo volviéndolo noticia de primera plana y hasta haciendo rueda de prensa para presentarlo, como si fuera la gran berriondera, pues. Semáforos así existen por montones hace años, décadas quizá, en otras partes del mundo, como para que ahora la capital de un país venga a sacar pecho por ello. Bien que Bogotá haya entrado en esa onda, pero tampoco es para que echen pólvora al aire.
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La semana pasada, mientras en Medellín inauguraban un túnel que es un portento de la ingeniería (el más largo de Latinoamérica, además), en Bogotá no solo fue noticia el semáforo, sino que hubo procesión para ir a verlo, como si esto fuera un pueblo de comienzos del siglo pasado. Hace años, Colombia se reía porque en Manizales había congestión de gente que quería usar las primeras escaleras eléctricas instaladas en la capital de Caldas, pero de alguna manera, Bogotá se las arregló para poner la vara del humor más alta aun.
Dicen que van a instalar 800 de esos semáforos, muy bien, ojalá fueran más. Uno de los argumentos que usan, además de la modernización, es la seguridad de los peatones, lo que me parece una mentira. Si de verdad les interesara la gente que anda a pie, instalarían semáforos peatonales en todos y cada uno de los cruces de la ciudad que tienen semáforos para vehículos, cosa que no ocurre. De hecho, son muchos, muchísimos, los cruces que carecen de tal cosa (ya no digamos que tengan uno con conteo regresivo), convirtiendo pasar una cebra (cuando hay cebra) en toda una apuesta de vida. ¿Entonces cómo es la vaina? ¿En ciertas intersecciones sí les importa que las personas atraviesen sanas y salvas y en otras que se las piche un burro y calculen bajo su propio riesgo si todavía hay tiempo suficiente para cruzar la calle?
Pareciera que la política de instalación de semáforos peatonales fuera similar a la política de reparación de calles: confusa, por no decir nula. ¿Han visto que hay calles que pavimentan una y otra vez? Pavimentan, repavimentan, marcan, remarcan, desmarcan; las transforman y las mejoran mientras que a otras a las que dejan morir con sus huecos de toda la vida, de manera que cada vez que pasa uno por ahí se pregunta lo mismo: ‘¿Cuándo van a pavimentar esta vaina?’. Y no hablo de calles perdidas en zonas de poco tráfico, pase por la 60 con Caracas, por ejemplo, para que juegue un poco al París-Dakar.
Bogotá colapsa, no queremos semáforos, o no al menos como plato principal, sino como acompañante; diga usted el plátano, o la ensalada. Queremos metro más bien, el metro es la carne. El día que lo inauguren hagan todo el escándalo que quieran. Queremos soluciones que se vean, no paños tibios.
Y después se preguntan por qué son impopulares.