Veinticinco años después volvió El rey león. Con más realismo, pero con la profundidad de sus mensajes, esta nueva versión mantuvo la magia, mostró cosas interesantes y de nuevo generó esa nostalgia que hace más de dos décadas nos robó el corazón. Sin duda, muchas de las representaciones animales que se ven en esta película son el reflejo de lo que somos los humanos. Hay sabiduría, curiosidad, envidia, supervivencia, amor, lealtad, deslealtad, traición, humor y más.
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Pero hay un factor que ha sido motivo de memes, de reflexión y es el caso de Scar. Él, hermano del rey Mufasa y tío de Simba, es un personaje que se lleva los aplausos por la fuerza misma que expele con su doblez, su maldad, su envidia, su descaro y su desparpajo. La envidia lo carcome y le activa el ansia de poder, entonces hace lo que sea por obtenerlo, incluso pasar por encima de los integrantes de su propia familia y aliarse con los máximos enemigos de su especie, en este caso las hienas.
El caso es que, en la vida real y humana, sobre todo en familias numerosas, lo de El rey león ha traído una ola de información que indica que tíos Scar hay muchos. En mi caso, tengo uno.
El sujeto en cuestión es un superdotado a nivel de inteligencia, tiene un don o, mejor, varios dones, lo que pasa es que los ha usado, en el 95% de su vida, para mal. Nunca pisó una universidad, “mágicamente” tiene un diploma de abogado y pide que se le diga “doctor” (ni idea cómo llegó a sus manos), también fue profesor (sin ser docente) de inglés –incluso, lo confieso, cuando yo era pequeño fui uno de sus alumnos–. En su juventud era el orgullo de mi abuela y de la familia porque estuvo en el seminario. ¡Sí! ¡Iba a ser cura! Sin duda eso le dio un amplio bagaje cultural y de lectura que le amplió el espectro, unido a su fuerte inteligencia, para componer el personaje que a donde ha ido ha salido con un fantasma de estafa, fraude, mal comportamiento y habladurías. Este tío Scar es un encantador, un “vendehumo” profesional, un “mago” del envolvimiento y tiene un don mitómano para hacer que todo lo que pasa por su cabeza se convierta en verdades para sus víctimas.
Jugaba muy buen fútbol, armaba equipos y torneos, y eso es de lo poco que le considero a este señor como algo positivo en su humanidad. Del resto, nada; un talento desperdiciado al son de su propia responsabilidad. Porque más allá de engañar, timar y mentir, sus más patéticos defectos están en la orilla del querer siempre victimizarse (todo un modelo Scar), culpar a sus hermanos de su desgracia cuando estos hermanos y hermanas (estos sí excelentes personas) han sido sus víctimas y le han ayudado hasta que no aguantaron más. El tipo va de acá para allá, hoy ya en su edad anciana, va de ancianato en ancianato, tumbando gente, luego se gasta el dinero, eso sí no le faltan el traguito y la compañía femenina, y cuando de nuevo queda sin un centavo, empieza el ciclo de victimizarse, recordar que fue presidente de un club de fútbol (ahí hizo cosas un poco positivas, pero también salió mal), repetir que sus hermanos lo tienen abandonado, aprovecharse de incautos en medios de comunicación y otros escenarios, generar pesar y buscar lo de siempre: plata a costa de otros.
Es la oveja negra. Yo por mi parte ni lo considero familia, es el ejemplo a no seguir. Y sí, amigos lectores, tíos Scar que siempre buscan joder a los suyos y a los demás hay muchos. La meta nuestra, como gente de bien, es tratar de ser más Mufasa. Hay más dignidad.