Opinión

Los niños bien

Yo veo a Miguel Uribe Turbay y veo a la mitad de hombres que he conocido desde que llegué a vivir a Bogotá en la década de los noventa, los típicos niños bien que nunca dejan de ser consentidos y que a los 60 años todavía le preguntan a su interlocutor de qué colegio se graduó. Quizá esté siendo injusto porque no conozco a Uribe Turbay, de golpe sea una gran persona y un mejor dirigente, pero es que me cuesta creer en él.

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Lo veo y veo a Iván Duque, en especial hace un par de días cuando alguien compartió un video suyo tocando acordeón, al mejor estilo de nuestro presidente, haciendo todo por caer bien, pero totalmente carente de carisma, con ese pelito y esa cara que no generan desconfianza sino rabia, siempre tratando de caer bien. También pienso en Andrés Pastrana, y es que los tres son de la misma camada: al provenir de familias de políticos nacieron con la mitad de la tarea hecha. Un par de llamadas, un nombramiento conveniente, buenos padrinos y buena prensa les alcanza para llegar a donde quieran. Pienso en los tres y me gustaría tener una máquina del tiempo para ir a los días en que estudiaban en el colegio y bullearlos duro, durante años, hasta destruirles la confianza y que no tengan así mayores aspiraciones; que se queden en una zona gris, con un empleo medio donde no destaquen y se dediquen a sacar adelante una familia, como muchas de las personas que gobiernan o aspiran a gobernar.

Y no importan si vienen de la izquierda o de la derecha, porque me pasa igual con Nicolás Petro, hijo de Gustavo, que anunció que iba por la gobernación del Atlántico. No más dinastías políticas, no más monarquías criollas, no más clanes perpetuándose en el poder y utilizando la política como si fuera un negocio familiar. Entiendo que no es fácil ser político y que si los ciudadanos no nos involucramos más van a terminar gobernando siempre los mismos, pero es que meterse en política es más peligroso que meterse a un callejón a las dos de la mañana. Es una mafia eso, llena de personajes disfrazados de servidores públicos.

Dicen que la política es dinámica para referirse a que un candidato va a ir siempre donde están los votos, y que hoy pueden atacar a un partido y después estar pidiéndole el aval para aspirar a un puesto de elección popular. Y en eso Uribe Turbay no lo veo diferente, y encima, que sea joven no es tampoco sinónimo de cambio. Su hoja de vida dice que fue concejal a los 25 años y que siempre ha estado interesado en temas sociales, pero hay dos cosas ahí: primero, me parece rara esa gente que a la edad en que los demás somos borrachos e irresponsables hacen réplicas del modelo de la ONU y son presidentes de cuanta organización juvenil hay; y segundo, si uno no supiera cómo funciona la política y en qué país vive, caería muy fácil en el discurso de personajes como él.

¿Ha tenido la oportunidad de hablar con un político? Yo he entrevistado a varios y dan miedo, suenan tan nobles y convincentes que hacen ver a Gandhi como si fuera un lustrabotas. No sabe uno por dónde entrarles y si se queda con ellos mucho tiempo hasta termina votando por ellos. Esa voz cálida, ese manejo de manos, la mirada firme al horizonte, el tono optimista y conciliador, toda una puesta en escena que termina siendo más de lo mismo.

Por lo pronto no sé por quién voy a votar en las próximas elecciones a alcalde, lo único que tengo claro es que espero que los hijos de Santos no terminen metiéndose en política. Les va bien como tuiteros, son divertidos y saben sortear las polémicas. Odiaría verlos en televisión haciendo veintiunas para conseguir votantes y haciendo promesas que no podrán cumplir. Hermanos, consíganse otro trabajo, no se hagan dar.

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