Inmersos en un mundo que parecería cada vez más loco, nos vemos contaminados por una gran cantidad de influencias externas que nos distraen y llenan nuestro día de cosas que muchas veces no deseamos, y poco a poco nos vamos intoxicando. Pero la toxicidad no esta solo en el ambiente o en las cosas… lamentablemente también en las personas.
PUBLICIDAD
Aquellas que critican pero nunca proponen, que se quejan pero nunca hacen nada por cambiar, que ante cualquier solución potencial descubren un problema monumental, las que con nada están conformes pero tampoco nunca saben con total claridad qué es lo que quieren, son las personas tóxicas de las que debemos cuidarnos o, mejor aún, no caer en la trampa de ser una de ellas.
Está claro que el mundo no mejora con nuestras quejas, críticas o lamentaciones. Para que podamos ver un cambio necesitamos entender qué es eso que no nos gusta y luego analizar cómo, desde lo que somos, podemos ayudar a cambiar las cosas, o tener claro aquello que queremos, disfrutamos y nos gusta para enfocarnos por completo en eso, de manera tal que pierda importancia todo lo demás.
Las personas tóxicas habitualmente están confundidas frente a lo que viven y quieren, suelen confundir el pasado que vivieron con el futuro que tendrán, olvidando disfrutar el presente y convirtiéndolo en blanco de sus críticas y quejas, que habitualmente carecen de fondo y son tan vacías como sus vidas. Este tipo de personas son –al igual que lo somos todos– producto de lo que han vivido, pero olvidan que también somos producto de aquello que decidimos dejar que permanezca con nosotros, y por no atreverse a soltar esos recuerdos que tal vez no son tan agradables, terminan por amargar su presente y tratan de contagiar a todos los demás.
Y no se trata de querer agradarle a todo el mundo, porque de manera consciente o inconsciente, con nuestros actos, cada uno elige cómo quiere ser recordado. Es tratar de que las cosas sean un poco mejores a nuestro paso, de realmente dar un aporte ya sea con nuestros actos o con nuestro silencio, pero asegurándonos de que al menos no estamos empeorando las cosas, si es que fuera el caso que llegáramos a ser una de esas personas tóxicas.
Si por otra parte sientes que te rodean (ya que muchas veces parece que hay uno en cada esquina), recuerda que juzgarlos solo te hace un poco más similar a ellos, mejor muestra con tu ejemplo que las cosas pueden ser diferentes, y si en última instancia sientes que frenan tu avance, no permitas que aquello que no suma alegría a tu vida te reste tranquilidad.
El mundo puede parecernos tan loco como queramos, pero la realidad es que cada quien puede elegir cómo ver la vida y cómo reaccionar ante ella, o por el contrario, puede dejarse influenciar hasta convertirse en una de esas personas tóxicas altamente contagiosas. Atrévete a decidir por y para ti.