¿Cómo teorizar sobre el amor? Partiéndole la cara al amor. Aún yo no era consciente de que nací feminista, estaba en mi búsqueda de «otras maneras de amar», de entender la mística del sufrimiento ordinario que nos produce el amor desde la posesión. Varios experimentos me han llevado a entender que definitivamente el órgano más seductor es el cerebro; una de las conclusiones de nuestra experimental discusión en el 2007 con mi parchecito de pensamientos y acción del “taller del amor”.
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“Ella “y “el” – fue el titular de nuestro encuentro amoroso, éramos personas de diferentes trincheras filosóficas, humanitarias y sociales. Incluso al encuentro fueron padres con sus hijas para discutir sobre las maneras de amar, sobre la construcción de familia, sobre los motivos para elegir a una persona, para vivir o definitivamente decidir vivir la afectividad lejos de la norma.
Sobre todo discutíamos sobre la manera como el sistema político y social impone un único modelo amatorio. Estábamos discutiendo sobre las relaciones amorosas, y recuerdo que dos estudiantes de último semestre de antropología, olvidé la universidad, propusieron que sustentáramos la discusión en el titular de “El amor y otros demonios”, y una psicóloga y filósofa que ya no está por estas tierras y le perdí el rastro hace un tiempo (espero pronto encontrarla entre redes) replicó que mientras siguiéramos afirmando que el amor es un demonio nunca lograríamos plantar otras maneras de amar.
Al taller fue una pareja paraguaya con 25 años de casados dispuestos a romper. Fue la causalidad más bonita de todas porque ellos llegaron accidentalmente al café, nadie los invitó, solo se engancharon en nuestros temas. Creo que es de las cosas más lindas que he vivido en mi proceso de búsqueda de maneras de amar saludables.
Ellos dijeron algo muy poderoso que hasta el día de hoy ha acompañado mi vida y hoy mi matrimonio:
“Ella y él se reúnen a reflexionar para cuestionar lo incuestionable y remediar lo irremediable”
Saben la verdad, saben que eso del amor es una palabra no un molde, que el amor se transformara cuantas veces decidan transformarlo y que eso no tiene que ver con que amen o no a otras pieles si no con que por sobre todas las pieles, la piel del uno y del otro está encima del bien y del mal.
«Ella sabe que él no la amó en exclusiva y él sabe que ella fingió no saber, fue su cómplice desde la negación».
Eran una pareja mayor, muy mayor, con lineamientos afectivos patriarcales, y nos abrieron varias discusiones sobre “mentiras verdaderas” y el derecho a los acuerdos afectivos. Definitivamente en esa época no entendí mucho como recordando lo he entendido. Ahora que es un recuerdo, entiendo mucho eso de que las mentiras acordadas no son mentiras, son solo pedagogía de convivencia.
Un padre que fue al taller con su hija amada, su única hija, destrozado porque ella estaba decidida a romper con él en todos los aspectos porque no le perdonaba que fuera un hombre excelente, un padre amoroso y un esposo horrible. ¿Horrible? Bueno, según los estándares de la “santa iglesia” y las tradiciones impuestas.
Ese día hablamos de la monogamia, de la poligamia, de los ejercicios de poder al interior de las familias, pero sobre todo hablamos de la bondad, del gozo y del placer –el gozo y el placer que no deben ser reducidos bajo ninguna manera a sexo, como el sexo no debe ser reducido de ninguna manera a contacto ni al coito.
Ese día se hablaron muchas cosas. En ese entonces todo era neblina para mí, surgieron más interrogantes que respuestas y eso me llevó a seguir creyendo en la necesidad de explorar la afectividad. Los años me dieron la razón.
Luego llegó el feminismo a mi vida y fue así como leí a Coral Herrera Gómez (Doctora en Humanidades y Comunicación, Escritora, Consultora y Docente. Española madrileña). Quedé enganchada con su frase “otras formas de amar son posibles” y me pareció de las coincidencias más mágicas de mi vida. Ella, toda una experta y profesional, estaba diciendo la misma frase que yo, una tipa corriente en un país lejano al suyo y sin conocerla, venía diciendo.
Estábamos conjurando un nuevo amor sin conocernos, sin saber que existíamos. Hoy la sigo y la leo en silencio. No he podido estar en su “laboratorio del amor”. Qué similitud ésta con lo del “taller del amor”, ¿cierto?
No conozco las dinámicas del laboratorio del amor de Coral Herrera Gómez, a quien admiro profundamente y espero algún día abrazar. No conozco sus postulados sobre muchos de mis temas, pero en cuanto al amor a mi “me ha salvado la vida” conocer la explicación intelectual de todo aquello que yo venía masticando sola sin tener herramientas de peso.
Yo no tengo más marco teórico que un experimento humano. Y mi experimento soy yo. Me he negado a creer que el amor es una sola cosa, que amar implica perder las razones, aunque Coral insiste que se puede amar sin sufrir mi teoría es otra: es inevitable sufrir por amor, lo evitable es perder la cabeza por amor. No podemos evitar sufrir por alguien, lo que podemos hacer es decidir cómo pasar por ahí.
Creo en el gozo del sufrimiento voluntario, no como un acto masoquista sino como el placer que nos da tirarnos de un paracaídas sabiendo que algo puede pasar, que quizá nos matemos y sin embargo igual queremos esa dosis de adrenalina.
No le podemos quitar las rayas al tigre como tampoco le podemos quitar la dosis de drama y dolor al amor; lo que sí podemos hacer es disfrutar de la belleza del tigre y no meterle la cabeza en la boca.
Entender que promiscuidad no es sinónimo de poliamor, entender que la monogamia es sólo un modelo amatorio, no el único, y que la poligamia no es privilegio testicular.
Entender que el sexo puede ser con o sin amor y el amor puede ser con o sin sexo; odiar la idea de que un matrimonio célibe es una estupidez porque al parecer te casas para follar como si necesitaras casarte para follar, y no te casas para acompañar la vida (entiéndase casamiento a todo tipo de figura de vida en pareja).
Tantos moldes y patrones a romper y tantas mentes aferradas a esos moldes que están sometiendo a las mujeres y a los hombres a ser víctimas de “verdades absolutas” que solo mienten.
Mar Candela – ideóloga Feminismo Artesanal /@femi_artesanal