Tal vez sean muchas las cosas que podamos identificar como pilares de una sociedad: la libertad, la justicia, la solidaridad, entre otras; sin embargo, algunas veces, con el pasar del tiempo, la sociedad se ve tan afectada por diferentes problemas sociales que termina por ser premiada e incluso contaminada por estos para desdibujarse y transformarse en algo totalmente diferente y lejano a algo ideal.
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Y pareciera ser que este es el caso de Latinoamérica, que ve la corrupción, más que como un fenómeno generalizado, como una práctica normal y habitual; pero tristemente para el caso de Colombia, además de este rasgo, otro que se ha instaurado en la sociedad parecería ser la violencia, esa de la que nos quejamos por más de cinco décadas; hoy, cuando se ha firmado la paz, se ha transformado y quiere convertirse en parte de una nueva definición de lo “normal”.
Una “nueva normalidad” que está, desde hace un tiempo, polarizando el país para dividirlo no a base de ideas, propuestas, trabajo o iniciativas de cambio, sino en algo tan vacío y superficial como ser seguidor de alguien o, por el contrario, ser su enemigo por no estar de acuerdo con él. Palabras más palabras menos, es un gran potencial de liderazgo altamente desperdiciado al ser usado para armar de violencia, odio y desprecio las palabras y las mentes de quienes se sienten más identificados con la crítica beligerante que con el arduo trabajo por el cambio.
Esta dinámica cobra cada vez más fuerza porque siempre parece ajena, porque avivar el fuego de la discordia entre críticas e insultos que son para otros tiene la cómoda ventaja de pensar que nada grave sucede al ser parte de esto, cuando en realidad lo que estamos haciendo es avanzar a perder uno de esos pilares fundamentales: el respeto.
El respeto por las diferencias da como resultado libertad, pluralidad y entendimiento. Si no somos capaces de respetar a otros y su manera de pensar, ¿de qué sirve que nos podamos comunicar? No faltaría mucho para que terminemos por comportarnos como salvajes que luchan ferozmente por un trozo de comida.
La importancia del respeto radica en reconocer que podemos escuchar las opiniones de otros y convivir con nuestras diferencias, no tiene que ver con el hecho de compartirlas o pretender que seamos todos iguales, sino con saber que podemos ser parte de una misma sociedad. Cuando no hay respeto, poco a poco las cosas empiezan a cambiar para mal, a tornarse cada vez más agresivas y al final se convierten en violencia, barbarie y desintegración social.
Tal vez con todo lo que se ha vivido históricamente, la sociedad se haya contaminado de esos elementos que nos están haciendo perder el respeto, pero no podemos olvidar que la sociedad está compuesta por individuos, y cada uno de nosotros puede elegir, sin esperar a que alguien más sea el que tome esa elección basado en sus propios odios. Puede que gracias a ese liderazgo desperdiciado y mal ejercido que nos ha polarizado se esté perdiendo el respeto en lo que somos como sociedad, pero, por favor, tomemos un minuto para pensar por nosotros mismos, para entender que todo debe tener límites y, sobre todo, no perdamos la dignidad.
#PorElRespeto