“¡Tu-tu-tu-tulioooooo Zuloaga les habla desde 88.9 la Superestación!”. Aquello sonaba por allá en la década del noventa, cuando Tulio era DJ y tenía el pelo largo, recogido en una cola. Costeño, buen tipo, ponía música de calidad en sus turnos y visitaba colegios con la móvil de 88.9, emisora que en esa época era la absoluta dueña de la sintonía juvenil. Luego, al buen Tulio se le ocurrió la idea de ser cantante y sacó un disco de balada. Y luego otro de vallenato pop. Sí, de manera paralela a Carlos Vives, el disco de Tulio pasó sin pena ni gloria. Luego se perdió del mapa y justo ahora, en los últimos cinco o seis años, volví a saber de él. Tulio Zuloaga, en aras de su espíritu innovador, se reinventó y es el Anthony Bourdain de Medellín. Y lo es con éxito. El otrora DJ armó ‘Tulio recomienda’ y, al igual que Bourdain, visita restaurantes de la ciudad, da su concepto en su blog y tiene credibilidad. Yo, por ejemplo, le creo a Tulio.
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Ahora bien. Tulio hace poco se metió con una logia del mundo de la gastronomía que genera amores y odios: el gremio de las hamburguesas. Y ahí, muchos como yo estamos en sus filas como devotos fanáticos.
Los que amamos esa opresión que hay entre dos panes y que sostiene una jugosa carne que se acompaña de queso, lechuga, tomate y vaya usted a saber lo que usted quiera adicionarle, somos adictos. No nos ganan los que quieren reclutar varados con los negocios multinivel, no nos dan a los talones los drogadictos o alcohólicos, no nos “amarran un guayo” los testigos de Jehová ni Darío Silva con su Casa en la Roca.
La hamburguesa es mi pastor y nada me faltará. Y bajo esa premisa vamos por la ciudad explorando todo tipo de lugares. Entendemos que El Corral se vino a pique y solo es caro, que Presto resucitó, que McDonald’s y Burguer King siguen estacionados en lo mismo y que los lugares de hamburguesas artesanales junto a los que uno ve en puestos móviles y otros locales, son la nueva ola, son el nuevo paraíso hamburguesero.
Que se alejen todos esos fit, vade retro con todos esos herejes que osan profanar el olimpo de la hamburguesa. Que lo tengan claro: acá estamos los que deglutimos estos manjares sin importar nada, sin medir las consecuencias que el miocardio o la prominente panza dicten: moriremos felices en nuestra ley hamburguesera.
Pues bien, el buen Tulio empezó a recomendar lugares de hamburguesas y la polémica se abrió: ¿cuál es la mejor hamburguesa de Medellín? El hombre innovó y creó el Burguer Master y puso a competir las 30 mejores hamburguesas artesanales de la ciudad. Pero lo que normalmente puede costar en combo 25.000, gracias al buen Tulio y hasta el 16 de junio, costará entre 10.000 o 15.000 pesos. Son 30 restaurantes que compiten por ‘el Balón de Oro’.
Es pornografía en versión hamburguesa. Es un deleite, son millones de endorfinas alrededor de este concurso. La hipnosis ha hecho que en tres días ya se hayan vendido más de 25.000, repito: ¡25.000 hamburguesas en la ciudad! Y la cosa no solo se queda en las papilas gustativas de quienes vamos de restaurante en restaurante siguiendo la flauta hamburguesera de Hamelín, no: la cosa ayuda a incentivar el empleo, aumenta ventas, genera progreso, y en eso aplaudo al genial Tulio Zuloaga.
No lo piense más, busque el listado en internet, llame a sus amigos que comparten esta pasión, saque 10.000 pesos, péguele ese primer mordisco orgásmico a la hamburguesa, dé su opinión en redes y disfrute.
Gracias, Tulio querido, lo supe desde que eras DJ en 88.9: ¡estabas destinado a la grandeza!
Acá, más información del Burguer Master.