Opinión

Incuestionable invasión a tu privacidad

¿Qué está pasando con Uber? Virginia Mayer analiza la polémica que se ha desatado en estos días por culpa del coqueteo de un conductor a una usuaria.

El fin de semana me dijeron que hay quienes me consideran misógina, con lo que confirmo que son idiotas. O gente inteligente que no entiende nada. Quizá ahora dirán que soy feminista y, me adelanto, no lo soy. Y no será desde dicha óptica que analice el debate que generó el coqueteo por chat por parte de un conductor de Uber a una usuaria.

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Comencemos por la definición de Uber: “Una empresa que proporciona a sus clientes una red de transporte privado… que conecta los pasajeros con los conductores de vehículos registrados en su servicio…”. Por fuera de esa definición se quedó la opción de los domicilios de comida, o sea, en ningún lado dice que es un App para conocer gente, para coquetear.

Esa es la función de otra App que se llama Tinder: “Una poderosa herramienta para conocer gente, expandir tu grupo social, conocer locales cuando estás viajando y encontrar personas que de otra forma nunca habrías conocido”. Cuando me metía a Tinder lo hacía buscando con quien salir a tomarme unos tragos y follar. También buscaba amor. De hecho, quedé embarazada de alguien que conocí en esa aplicación, y desde entonces digo que Tinder embaraza.

Pero Uber no embaraza. Y que uno de sus conductores se tome la libertad de coquetearte luego de que te ha dejado en tu destino no cumple con las reglas de Uber. Uber no es para eso. Es lo mismo que un taxista de Tappsi te mande un mensaje a WhatsApp diciendo que te quiere conocer porque le gustaste. Hacer eso es abusar de tus datos personales y tu privacidad, y no está bien. Cuando te inscribiste a Uber no lo hiciste esperando levantarte a uno de sus conductores, lo hiciste para que te lleven a alguna parte y cuando te dejen allí se desaparezcan de tu vida como si nunca hubieran existido.

Da exactamente la misma que si hubiera sido la brasileña triple mamacita que me recogió hace unos días en el trabajo y me llevó al odontólogo. Si esa delicia me escribe después de dejarme, hubiera sido un abuso también. Y no tiene nada que ver que el conductor de Uber haya escrito sin errores de ortografía y “respetuosamente”. Es, de hecho, una falta de respeto absoluta que se haya tomado el atrevimiento de hacer lo que hizo y debería ser despedido de la plataforma de inmediato.

Ya es incómodo montar en Uber X, porque para que no lo identifiquen los taxistas hay que hacerse adelante, junto al conductor. Quizá es porque soy caderona y tengo las piernas gordas, pero cada vez que el tipo mete un cambio y me roza la pierna, siento asco. Y ni qué hablar de cuando la boca les huele a muerto. Y si además de eso corre uno el riesgo de que el desubicado escriba a coquetear, pues la puta cagada. El conductor del transporte que elijo es un extraño, y debería comportarse como un extraño.

En la plataforma de Uber dice Safe rides for everyone, que traduce Viajes seguros para todos. Pues yo no me siento segura sabiendo que existe la posibilidad de que cojan mis datos para coquetearme. Es verdad que los escenarios más inverosímiles se prestan para conocer a alguien, para que te guste alguien, pero yo prefiero que el conductor de Uber no me coquetee. Y no es que lo considere menos que yo, si al fin y al cabo el señor tiene carro y yo ando en Uber X para ahorrarme 3.000 pesos…

Por: Virginia Mayer / @virginia_mayer

 

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