Opinión

Santos, Steve Harvey y los premios Óscar

Mauricio Barrantes nos cuenta detalles del Festival Internacional de Cine de Cartagena y esta realidad que raya en la ficción en Colombia.

Cuando tenía 10 años solía reunir a mi familia para hacer maratón de películas. Aunque no creo que les emocionara tanto el plan, lo soportaban y me acompañaban al ver cuánto me ilusionaba. Casi 20 años después no perdí tanto el rumbo, aunque no tengo una cámara al frente, y ya dejé de editar videos como en mis épocas de universitario, escribo de cine, entrevisto a miembros de la industria audiovisual, me endeudo para ir a cuanto festival organizan y sigo viendo muchas, muchas películas. En algo soy el sueño de infancia que tuve de mí mismo.

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También cuando tenía 10 años, el presidente número 57 de Colombia le hablaba al país de paz, con una zona de despeje y concesiones que tuvieron fatales consecuencias. Un recuerdo amargo, que en la edición número 57 del Ficci, casi dos décadas después, fue reemplazado por otro, uno medio cinematográfico, porque tuvo en su elenco a personajes de orillas opuestas: el presidente y nobel, Juan Manuel Santos, junto a Humberto de la Calle; integrantes de las Farc; los dueños de RCN y sus empleados, y una especie rarísima, los uribistas, que saben o fingen saber de cultura y aplauden cuando la imagen de su mesías aparece, así sea a través de una pantalla. Todos ellos se sentaron en primera fila a ver el documental de la periodista Natalia Orozco, El silencio de los fusiles, que narra de forma cronológica el proceso de paz.

Como es el Festival Internacional de Cine de Cartagena, la puesta en escena del evento fue un poco ficcional. Santos no leyó las tres hojas de agradecimientos, por el contrario, bromeó con las equivocaciones de Steve Harvey y de la reciente entrega de los Premios Óscar, al asegurar que aquí no se cambiará el sobre de la película ganadora, la de la paz. Por su parte, Diana Bustamante, directora artística del Ficci, pronunció un discurso emotivo, exacto y potente acerca de lo que significa el cine en una sociedad que utiliza las imágenes en movimiento para escapar de su realidad, pero también muchas veces las retoma para verse reflejada y así promover soluciones a sus problemáticas. ¡Macondiano! Pero en un país polarizado en todos sus escenarios, la exhibición del documental de Orozco contó con aplausos, chiflidos, risas y ‘levantadas’ de silla ambientaran su estreno cuando eran Uribe, ‘la Far’, Chávez o Santos quienes aparecían en pantalla.

La tercera cosa que recuerdo de 1998, cuando tenía 10 años, es que RCN empezó como canal privado. Ha sido un aliado incondicional del Ficci en los últimos años y apoyó el documental de Orozco, que entre otras cosas es un producto decente y de calidad, que aplica muchos de los principios que nos enorgullecen a los periodistas y que dista bastante del vergonzoso enfoque que Noticias RCN tiene hoy. Abiertamente es uno de los medios que quieren cambiar el sobre de la paz por el de la guerra y ser más antagonista que Steve Harvey.

Pero nunca es tarde para recomponer el camino, las Farc y el Gobierno así lo demostraron, un cambio de posturas que no es ficción pero sí inspirará a muchos cineastas. Por eso, ya no como niño, espero que el periodismo también recomponga el camino y deje de vender ficción como verdad. Si RCN reemplazara al menos en una emisión su ‘liderazgo en noticias y en opinión’ por El silencio de los fusiles, para que más colombianos puedan acceder a este discurso, sería un buen primer paso porque así, quizás, también otros que tienen recuerdos amargos del conflicto armado empiecen a pensar en reconciliación y no en rencor a través del audiovisual, a través del periodismo audiovisual.

Mauricio Barrantes / @mauriciobch

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