Ella no necesita del eco de mi voz, ella cuenta con el eco de millones de voces. Eco que ha ganado con su increíble y mágica resistencia a este sistema de mierda que nos quiere calladas frente a las injusticias que padecemos diariamente. Hoy es un día macabro para su historia.
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Nuevamente el estado la expone como víctima, le abre las heridas vivas en cada recuerdo maldito, la somete al dolor de revivir cuadro a cuadro su infierno.
Años atrás me encontraba haciendo radio e invité a Jineth Bedoya a mi programa. La reportera más valiente de Colombia respondió a muchas preguntas. Hablamos de varios temas, lo que más recuerdo con gran admiración y cariño es el momento en que le dije: «Tú eres una heroína», a lo que replicó: “yo soy una sobreviviente”.
Me sumergí en su mirada diáfana. En esos ojos oscuros y profundos que te devoran con su verdad. Y firmemente sostuve : “Eres una heroína porque desde las cenizas te has levantado para salvar vidas”. Esa ha sido su metamorfosis de sobreviviente a ave fénix.
Ese día ella no aceptó el título de heroína al que le hice acreedora. No obstante, el tiempo me dio la razón.
En febrero del 2016 la reportera fue galardonada con el Premio al Mérito Periodístico por sus 20 años de experiencia. Y si eso no es ser heroína, ¿qué cosa es? No es solo una heroína porque desde su realidad dedica su vida a combatir las violencias hacia las mujeres. Es una heroína porque no se ha detenido en el cubrimiento de la guerra. Porque el ejercicio de su carrera la convirtió en víctima de la violencia más aterradora de todas: la violencia sexual que lleva en sí misma todo el contenido de las demás violencias simbólicas, psicológicas y sociales a la que toda mujer está expuesta. Ella tuvo que ser víctima de todas las violencias al mismo tiempo sin ningún tipo de piedad humana. A ella la sometieron a todo. Y sobrevivió no solo para ella misma, sino para todas las mujeres.
Es una heroína porque nunca se ha callado ni ha huido de los demonios que la han asechado todos estos años.
Es inevitable que llore escribiendo esta nota mientras pienso en la mejor manera de contarles por qué esta mujer es mucho más que una heroína viva, que es una ave fénix que ha hecho de su trasegar su propia revolución.
Ella ha motivado mi voz en los días más escalofriantes. No somos amigas, nunca hemos podido intimidar. Llevo años detrás de un café para que podamos crear sinergias y no ha sido posible. Su agenda imparable no lo ha permitido. Un día me prometió ese espacio y lo sigo esperando. Si no llega por las razones que sea, yo solo puedo decir que mi vida ha sido afectada positivamente por los pasos de esta mujer. No somos amigas cercanas de las que se conocen. Somos algo mucho mejor. Unas compañeras de causa que se respaldan como pueden. No nos conocemos íntimamente. No obstante siempre he contado con su respuesta casi inmediata. Ese día me comentó que lo que más le preocupaba era fallarles a las mujeres.
Yo quise decirle que eso era matemáticamente imposible. Ya con todo lo que hasta ese momento ella había entregado a la sociedad había reescrito la historia de la mujer en la humanidad. No entiendo por qué no se lo dije, y espero que me lea y así se entere. Porque es real: nunca Jineth Bedoya estará debiéndole a la causa. Puede darse el permiso de parar, de hacer una pausa y hasta de callar, si su alma se lo pide. Ella puede pasar la hoja si un día lo necesita y nadie tiene un solo argumento válido para afirmar que ella les adeuda a las mujeres.
Siempre en los días malos recuerdo que en la cabina una de las cosas que me dijo fue: “tú habla como te dé la gana”, cuando le comenté que yo no quería aprender a hablar políticamente correcto. No olvidaré la mirada cómplice y el ánimo que sentí al escucharla. Me sentí acompañada en el desierto. Como nunca antes me había sentido acompañada por una mujer.
El año pasado pasé por el hasta ahora momento más difícil de mi vida. Por primera vez tuve que pedir ayuda económica públicamente para un tema personal y no de mi causa social, tema del que no quiero dar detalles en esta nota. El punto es que tuve que realizar un evento para reunir fondos y ella fue la única mujer militante contra la violencia hacia las mujeres que me acompañó. Ese día no fue un éxito, guardo en mi corazón el hecho de que su compañía me ha iluminado de un modo especial ese día. En realidad, fue esa noche.
Recuerdo como si fuera hoy que me dijo: «has demostrado del material que estás hecha y vas a salir adelante». Aunque el evento no logró su cometido, sí me dio el honor de sentirme estrechamente conectada con la colombiana más coherente que yo conozca.
No importa cuántas cosas tenga Jineth Bedoya . Ella siempre me ha contestado cada inquietud. No tengo idea si algún día ese café tan anhelado por mí ocurra, si un día ella como ave fénix puede crear sinergias con esta voz disonante que pregona a voz en cuello exigiendo que todas las formas de ser mujer sean reivindicadas y puedan vivir putamente libres.
No sé hasta dónde el cosmos me permita compartir de cerca con ella. Lo que sí puedo decir es que la siento parte de mi historia y que tengo un dolor agudo y gran impotencia por el hecho de que aún después de tantos años ella no vea la justicia y, todo lo contrario, sea la justicia colombiana la que siga revictimizándola.
Esto es un caso de dolor en que no hay justicia, y por eso aún es imposible que deje de doler. La justicia no es sanadora cuando revictimiza y actúa con infinita paquidermia.
Jineth Bedoya es la colombiana que reafirma mi teoría de que sí podemos sanarnos mientras somos sanadoras. Ella aún no ha logrado justicia y, mientras la busca, exige justicia para todas.
¡Gracias Jineth por tanto. Gracias por no retroceder ni rendirte!
Ideóloga Feminismo Artesanal