Opinión

Bananarama y ‘Piraña’ Díaz

Twitter: @udsnoexisten

1990 era estar en medio de la peste negra si es que el domingo la luz se les apagaba a los genios. Y 1989, 1988 y siga echando hacia atrás las hojas del calendario. Es que solo había tres canales de TV.

Por eso la frustración de un domingo en la noche no solo se centraba en la maqueta inconclusa el domingo a las 11 de la noche y que el lunes debía estar en el pupitre del colegio. No. Era algo que hoy sonaría como hablar de contagios de viruela: aguantar una jornada de fútbol colombiano con cuatro goles feos y ya. Porque pasaba, en serio.

A veces parece volver la epidemia: hay jornadas en las que el gol más bonito es un penal pateado al centro del arco, pero ante la desgracia local están los 1500 canales que muestran las anotaciones de todas las ligas del universo en las que siempre hay por lo menos –después de uno sentarse a ver 500 goles en el mismo número de resúmenes– un gol que hace que uno pueda reconciliarse e irse a dormir en sana paz.

El porno operaba igual: el único contacto que se tenía con el material XXX –llamado en aquellos tiempos con el hermoso eufemismo del “cine rojo”– era asomarse en la vitrina de una droguería tímidamente a observar rápidamente portadas de Playboy, Penthouse y Pimienta. De resto, a usar la mente con las Bananarama y Samantha Fox o atesorar el salto escotado de Sabrina en el video de Boys, Boys para calmar tanto fuego adolescente.

En 2017 todo es distinto, por eso mismo un poco menos mágico: me acuerdo en aquel 1990 de una jornada de fútbol en la que la parrilla fue 0-0 en todos los juegos menos en uno, que hubo un penal y un Caldas-Pereira que ganó el local 2-0 con unos goles indignos y ajenos de cualquier estética marcados por Nelson ‘la Piraña’ Díaz. Y entre tres goles y dos de penal en ese fatídico domingo, el más bonito fue uno de los dos que hizo ‘Piraña’, que fue traumático por su fealdad: pateó un balón de zurda, la bola se estrelló en la base de vertical y le pegó en la espalda a Jorge Leyva, portero del Pereira. Ese fue el más lindo tanto. Solo había dos opciones ante semejante aridez: el suicidio o pensar en las Bananarama. Que esté escribiendo esto a los 40 deja claro cuál fue mi elección a los 13.

Ante tanto bombardeo tecnológico quiero tratar de ser romántico: aunque intento no perderme ningún partido, a veces cambio algún Chelsea-Arsenal por un miserable Platanias-Panathinaikos o algún juego de Champions por un anodino Huila-Bucaramanga porque siento que haciendo eso tengo de regreso a ‘Piraña’ Díaz. Y en el porno igual: aunque no tengo Venus, todos los lunes llamo a mi cableoperador para amenazarlos en retirarme si es que ellos, en un acto imbécil, se atreven a quitar la franja nocturna soft de “cine rojo” en The Film Zone o Multipremie, donde Emmanuelle en el espacio y sus cascos de sexo virtual hicieron de las suyas en mi mente, tanto o más que las Bananarama.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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