Opinión

El sueño californiano

Uno de los temas musicales más famosas del pop de los años sesenta lo cantaba el grupo vocal The Mamas and the Papas y se llama California Dreamin’, algo así como Soñando con California. Bogotá, 2600 metros más cerca de las estrellas y 5600 kilómetros más lejos de Los Ángeles, también soñó con California en los años setenta, cuando se pusieron de moda las llamadas “casas californianas”. Si uno se pone a buscar en qué consiste el estilo californiano, se encuentra con tal diversidad de estilos de fachadas y de volúmenes que queda medio loco.

Pero lo que en Bogotá se conoció en su momento como “casa de estilo californiano” son edificaciones de ladrillo a la vista de uno o dos pisos, con puertas y marcos de ventanas pintadas de blanco. Por lo general las ventanas tienen postigos, también blancos. Algunas son grandes ventanales, otras son ventanas con una reja de madera o metal que forma cuadrados o rombos, El techo, bastante inclinado, está recubierto por tejas de pizarra gris muy oscuro, casi negro, las hace muy características y fáciles de distinguir.

También existía una versión alternativa en la que los ladrillos se pintaban de blanco y las ventanas y puertas, de verde. Como suele suceder con la arquitectura, también aparecieron en Bogotá versiones enrazadas o gozques de casas con aire californiano y rasgos propios de otros estilos.

Muchas de esas casas ya sucumbieron cuando en los barrios donde se construyeron las tumbaron para construir edificios. Sin embargo, cuando uno camina por barrios como La Calleja, Santa Bárbara Alta, Santa Bárbara Occidental, Navarra y La Cabrera aún las encuentra de tarde en tarde. De las de pedigree que respetan todas las características del estilo y también de las gozques.

La mayoría de las casas californianas que aún sobreviven se encuentran ubicadas en barrios sometidos a la presión de la especulación inmobiliaria y muy probablemente caerán para darle paso a algún edificio. Por esa razón, el estilo si acaso se conservará en los muy pocos barrios donde aún está restringida la construcción y, sobre todo, en conjuntos residenciales como El Recreo de los Frailes, que al construirse en los años setenta era un pequeño barrio en medio de potreros en el costado sur de la Avenida 127 y que ahora está rodeado de edificios en sus cuatro costados.

Tal vez el principal resguardo californiano que le que queda a Bogotá es la urbanización Antigua, en Contador (o el Gran Cedritos), ubicada en el costado norte de la calle 134, a mitad de camino entre las carreras Séptima y 19. No son casas del todo californianas ya que sus techos están recubiertos de tejas rojas. Pero bueno, algo es algo, peor es nada. Y mientras duren, disfrutemos al caminar de esas amables y relajadas fachadas californianas que hoy son tan bogotanas como las casas de estilo inglés de Teusaquillo.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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