Muy enérgico estuvo la semana pasada el candidato presidencial de la “transición”, Humberto de la Calle, que en tono de campaña expresó, a manera de reproche, los incumplimientos de las Farc, los cuales son evidentes y obvios, dejaron para última hora la movilización de sus miembros a las zonas de concentración, no han dejado, depuesto, ni entregado una sola arma y tampoco han hecho la entrega efectiva de los menores reclutados, las cifras son alarmantes en razón de que las Farc es la organización ilegal que más ha contribuido con el reclutamiento de menores, lo lógico y razonable era la entrega efectiva de estos niños al Estado colombiano, a los países garantes del proceso y, por qué no, a los organismos internacionales.
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Las Farc no ven con buenos ojos probablemente entregarlos, en razón de evitar configurar el delito que quizás mayor reproche podría generar en la comunidad internacional, luego de ser beneficiados con la “cobija” jurídica de impunidad y su tribunal omnímodo para juzgar incluso a quienes se atrevan a hacer críticas a las Farc y al actual proceso de paz; las Farc no entregan menores reclutados por el temor de dejar en evidencia el delito que ya viene haciendo carrera en los tribunales internacionales, según las cifras del Icbf, para inicios del 2000 eran cerca de 4000 menores los que podrían estar en manos de las Farc, teniendo en cuenta que esta organización es la que en mayor cantidad ha reclutado menores.
Si bien es cierto que el derrotero del equipo negociador es que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”, no les asiste razón alguna al Gobierno y a los jefes de la delegación negociadora del Estado defender los intereses de la comunidad en general, como es su obligación, en razón de señalarles a las Farc un plazo perentorio para la entrega total de los menores en sus filas; dadas las circunstancias del actual proceso, el equipo negociador y sus delegados no pueden seguir mirando a otro lado, incluso haciendo caso omiso a cientos de voces que reclaman la reincorporación inmediata de los menores a la sociedad civil. Es que el asunto no puede quedar como discurso del candidato de la llamada “transición”.
La Corte Penal Internacional en varias ocasiones ya ha dejado ver sus dientes frente al proceso, y un lunar indiscutible no solo desde La Haya, sino también desde la misma Casa Blanca, en donde ya se ha manifestado el interés de revisar con detenimiento los acuerdos con Farc, asunto que no solo debería de preocupar a las partes, en razón de que se les enrede su paz mal negociada para los intereses superiores, sino al país en general, en donde queda presente que la voluntad para cumplir con lo más sensible, que es la entrega de los niños de parte de las Farc, es una total utopía; los raseros para esto también existen, en el año 2011 se condenó al grupo Élmer Cárdenas, de las Auc, a reparar a las víctimas.
Para entonces se logró probar en el proceso que solo este grupo de las Auc había reclutado cerca de 309 menores, por ello se tramitó un incidente de reparación económica dentro de los procesos en justicia y paz. ¿Ahora cómo creer que las Farc solo tengan en su poder una decena de menores? Una jugada maestra, como la que pretenden las Farc con el asunto de los niños, quiso hacer el exlíder rebelde del Congo Thomas Lubanga, quien fundó dos guerrillas en el país africano. Lubanga creía que como no existía antecedente judicial internacional por reclutamiento de menores nada iba a sucederle, en 2006 fue el primer condenado por la CPI a 14 años por ese delito. ¡Así que, señores, a entregar los niños!