La FIFA va a matar las Eliminatorias sudamericanas

Jesse Tangel-Mills analiza cómo un Mundial con 48 equipos, más allá de las polémicas que está generando, va a acabar con la emoción de las Eliminatorias de la Conmebol.

Colombia ganadora en el 11 ideal América
Archivo EFE Colombia ganadora en el 11 ideal América (RICARDO MALDONADO ROZO/(EPA) EFE)

Sólo en fútbol – el rey de los deportes, según José Mourinho – se planifican los eventos con diez años de anticipación y quizás sólo en el fútbol se podría generar tanta controversia con tanto tiempo de anticipación, como lo ha hecho la ampliación de la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA a 48 selecciones a partir de la edición de 2026.

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Mientras algunos notan la saturación que causarán tantos partidos en la primera ronda entre varios países tradicionalmente pocos futboleros. Otros laudan el fin de la última ronda de partidos en la fase de grupos – cuando ya la mayoría de equipos se habrán clasificado – y la entrada más rápida a la fase de eliminación que ofrece el nuevo formato.

Otros temas polémicos incluyen la capacidad que requiere ser país anfitrión del nuevo Mundial, para hospedar a 48 equipos. Algunos ya han proyectado un futuro donde sólo países ricos y grandes pueden ser anfitriones (eliminando así la posibilidad de tener el centenario mundial en el pequeño país anfitrión original, Uruguay). Otros opinan que el nuevo formato crea la necesidad de alianzas entre países para facilitar las posibilidades de países pequeños (por ejemplo haciendo un acuerdo con Uruguay, Argentina y Chile).

Sin embargo, menos han hablado de las secuelas que este nuevo formato mundialista tendrá para las eliminatorias Conmebol, para mí incluso mejores que la Copa del Mundo.

No se me ocurre otro torneo tan largo, tan importante, y tan difícil como las Eliminatorias. Las condiciones climáticas son extremas: del invierno en el cono sur, al trópico del Amazonas, pasando por las alturas de La Paz. Los jugadores se cuentan entre los mejores del mundo y ahora en vez de jugar por millones de euros, vuelven a jugar por su país de origen.

Ni siquiera sabía acerca de las Eliminatorias antes de venir a Colombia hace diez años. Como aficionado de fútbol, no obstante, compré entradas para todos los partidos de un solo golpe cuando Colombia jugaba de local con sede en la fría Bogotá. La idea de ir al estadio para ver las estrellas de entonces como Ronaldinho y Riquelme parecía una ganga, y así una compra obligatoria.

Llovió el día de Brazil Vs. Colombia un partido horriblemente dividido, con el lado colombiano – dirigido por Jorge Luis Pinto- dedicado a defender. Quizás el resultado 0-0 contra Brasil fue una victoria pero no evidente, dejando a los espectadores salir del estadio en sus ponchos de plásticos mojados con poco ánimo.

El próximo partido contra Argentina fue más conmovedor. A los veinte minutos del partido Carlos Tevez le pegó a Ruben Darío Bustos generando una expulsión directa. La paradójica reacción de aplausos e insultos estallaron sobre la cancha. Después cambió nuestra suerte cuando un tiro libre cobrado rápidamente por Lionel Messi dejó el marcador 1-0. En el segundo tiempo Colombia luchó para empatar y después ganar, faltando 8 minutos. En la euforia de la victoria me abrazaron hasta desconocidos. Por primera vez sentí que el estadio es otro tipo de iglesia.

Después vinieron los partidos tristes. La victoria de Uruguay que acabó con el sueño de clasificación, seguido por la derrota 4-2 de Chile. En ese momento pude entender por qué el estadio se veía más vacío con cada fecha FIFA. En el partido contra Paraguay, pocos en persona vieron el golazo de Cabañas – a quien había visto cuando Millonarios bajo la dirección de Vanemerak jugó contra América en la Libertadores – ganando el partido.

Y cómo una buena serie televisiva, tocaba esperar meses hasta la próxima temporada. Me dio tristeza que cambiaran la sede a Barranquilla en las siguientes eliminatorias, pero ya me había infectado de la obsesión por las Eliminatorias sudamericanas y aparentemente los demás también: los bares se llenabas a las dos de la tarde en Bogotá. Nos sedujeron los de Pékerman. El equipo mostró un hybris exitoso, inexistente en las eliminatorias anteriores. No importaba el hecho que de que ya no los pudiera ver en vivo con tanta facilidad, cada victoria era una fiesta de goles.

Yo estaba viajando cuando se jugó el inolvidable partido de Colombia-Chile (3-3) en Barranquilla. Mi esposa y yo estuvimos en Brasil donde no transmitían las eliminatorias porque Brasil, como país anfitrión ya estaba clasificado. Cruzamos la frontera a Argentina, a unos veinte minutos, para verlo. Tal como en Colombia mostraban todos los partidos en televisión, creando una tarde de fútbol de alto nivel. Nos habían explicado que en Argentina siempre van contra Chile, sea quien sea su contrincante. Así que los argentinos también estaban a favor de Colombia. Fuimos a un bar para ver el partido de Colombia. Después del 3-0, decidimos regresar al hotel, a sufrir en privado. Al entrar, el manager del hotel, sacudía la cabeza. Pero después vino la remontada histórica. Comenzamos a gritar con el último gol de Falcao y salimos a correr. El manager nos abrazó. Jamás había sentido tanta emoción por un partido.

El año pasado tuve la oportunidad de ir a Bolivia para el partido con Colombia. No era solamente la altura lo que me preocupaba, sino también la reacción de mi esposa a las burlas homofóbicas dirigidas a James de un grupo de mujeres. Sobre nuestras cabezas volaba el Cole. Para no ser local, había muchos colombianos en el estadio, tantos que cuando hicieron el segundo gol se escucharon más gritos que lamentos. No importaba que nos llamaran “narcos” y otros insultos a la salida del estadio. ¡Habíamos ganado!

La idea de que ahora van siete de diez equipos de Conmebol al Mundial 2026, le quita algo de la gloria a las eliminatorias más difíciles del mundo; lo que es ahora una lucha entre los mejores países de futbol en el continente se convertirá en una lucha entre los peores equipos, algo parecido a una pelea contra la relegación.

Se dice que FIFA considera combinar las eliminatorias de Concacaf y Conmebol, lo cual perjudicaría el sabor distintivamente latinoamericano de las Eliminatorias. Si la última Copa América Centenario puede darnos algún indicio, podría ser altamente aburrida también, más parecido a las eliminatorias europeas, cuando Inglaterra confronta Andorra.

Puede que con este nuevo formato nos rinda mejor fútbol en el Mundial, pero lo cierto es que arruinaría las Eliminatorias Conmebol. Mientras tanto, veamos las Eliminatorias al Mundial Sub-20 en el Sudamericano que se juega en Ecuador… pero nunca será lo mismo.

Por: Jesse Tangen-Mills // @colombofile

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