Peñalosa nos dio y nos dará una bienvenida de año nuevo negligente y cobarde. Negligente, porque la semana pasada sus funcionarios encargados de proteger a los animales actuaron con ligereza y mataron (o dejaron morir) 40 peces que habían sido incautados por comercio y tenencia ilegal. Cobarde, porque en menos de una semana regresarán las corridas de toros a la capital, sin que el mandatario se haya esforzado para impedirlo. En materia de protección animal y ambiental, Peñalosa es un alcalde sin liderazgo ni vocación política, mero administrador de recursos conforme a su encementada visión de ciudad.
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Lo que ocurrió con los peces decomisados al centro comercial Atlantis Plaza (que esperamos sea sancionado como corresponde) no tiene precedentes. Peñalosa “como dijo una cosa dijo otra”, al mejor estilo de ‘la Chimoltrufia’, para intentar enmendar en algún punto la cadena de errores cometidos por sus funcionarios desde el momento mismo de la incautación.
Incluso, llegó a afirmar que lo importante no era lo ocurrido con los peces, como si la muerte innecesaria e injustificada de seres vivos fuera una nimiedad administrativa, sino haber evitado un daño ‘grave’ para la fauna local. Tal riesgo fue desmentido por expertos, quienes afirmaron que había alternativas al sacrificio de los peces. Un comunicado de Conservación Internacional Colombia (CIC), donde trabaja su hija, le sirvió para justificar el desacierto de sus funcionarios, cuyo actuar, torpemente, dijo desconocer. Queda la duda de si el comunicado de CIC salió antes o después de las 40 muertes.
Luego, en una rueda de prensa obligada tras ocho días de silencio de la Secretaría de Ambiente, Peñalosa demostró su ignorancia supina sobre la situación de los animales en Bogotá y de la institucionalidad que existe y se requiere para atenderla. Afirmar, como lo hizo, que el Centro de Recepción y Rehabilitación de Fauna y Flora Silvestre atiende perros y gatos, es un error vergonzoso e inaceptable en el mandatario de la ciudad donde confluyen algunas de las principales rutas de tráfico ilegal de animales en Latinoamérica, tal como lo demuestran las cifras de la Policía Nacional. Aseverar además que este centro, que opera desde 1996, fue creado por su administración, es descarado.
En cambio, de su promesa de campaña de esterilizar un millón de animales no hay asomo. Y transcurrido un año de gobierno, el centro de protección y bienestar animal, embolatado desde la administración anterior, sigue en planos.
Por si fuera poco, el domingo los taurinos retomarán su fiesta cavernícola de manzanilla, ceceos, mujeres engalanadas como trofeos y gente ‘divinamente’ que se entretendrá cinco tardes de domingo a costa de la tortura, el sufrimiento y la muerte de 30 seres vivos sentientes. Un hecho al que Peñalosa no opuso la menor resistencia, pese a que las corridas de toros estuvieron suspendidas durante cuatro años gracias a un alcalde que, si bien cometió errores, tuvo cojones para dar la pelea política en este frente. Usar la sentencia C-666/10 de la Corte Constitucional le habría dado un camino de resistencia a un alcalde con liderazgo. En cambio, Peñalosa cortará la cinta de inauguración de una plaza renovada en su estructura para que la estrenen los mismos taurinos a quienes hace 16 años condecoró.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.