Opinión

Somos muy afortunados

Somos muy afortunados, pero nos cuesta reconocerlo, nos cuesta aceptarlo. Vivimos a la defensiva ante la vida, juzgando cada cosa que vivimos, pensamos o sentimos, queremos etiquetarlo todo como bueno o malo, como blanco o negro, imaginando que tal vez con esto estamos construyendo nuestro carácter, cuando en realidad solo nos estamos llenando de limitaciones, barreras y taras mentales. 

PUBLICIDAD

Todo esto obviamente se ve reflejado en nuestro comportamiento e interacción con todos los que nos rodean. Sean nuestros seres queridos, familiares, amigos, colegas de trabajo, compañeros de estudios o simplemente personas con quienes nos topamos en el día a día o interactuamos desprevenidamente, todas aquellas limitaciones y juicios que implantamos y/o aceptamos en nuestra cabeza, de una manera u otra los vamos a reflejar con ellos.

Es normal que en un grupo social las personas suelan generar mayor cercanía con aquellas con quienes comparten algunos gustos, principios o costumbres. Pero cuando las personas buscan única y exclusivamente esto, encerrando su vida en una zona que más de comodidad es una zona de sesgo y exclusión para todo lo que sea diferente, no solo van a cerrar su vida y perderán la oportunidad de compartir con otros, sino también cerrarán su mente, imposibilitando aprender de cualquier cosa que les sea diferente.

Y parece que todos aquellos que aplican ese sesgo tienen desde su punto de vista buenas razones: una creencia política, religiosa, algún tipo de comportamiento moral o tal vez emocional… pero sin duda alguna, aunque desde su punto de vista sean razones válidas, al final solo terminan siendo eso: puntos de vista. O mejor, puntos ciegos, ya que llevan a que ignoren lo que piensan, dicen o sienten todos los que son contrarios a sus creencias.

Somos muy afortunados, estoy convencido de ello. Pero para poder apreciar, entender y disfrutar esa buena fortuna, esas maravillas que nos rodean y los milagros que día a día hacen nuestra vida, necesitamos entender que estamos todos conectados, que en el fondo somos uno.

Necesitamos apreciar nuestras virtudes, pero con la misma intensidad también nuestras diferencias, aprender de nuestros errores y mientras que aceptamos que no lo sabemos todo, mantenernos dispuestos a aprender de todo lo que vivimos. Somos muy afortunados, pero eso es algo que solo lograremos manifestar cuando valoremos a todos los demás y su manera de actuar, sentir y pensar.

Esto no quiere decir que debe gustarnos, o que necesariamente tenemos que estar de acuerdo, que debamos privarnos de tener una opinión ni mucho menos resignarnos ante cualquier situación. Por el contrario, quiere decir que vamos a estar abiertos para poder entender de una manera más amplia cada situación, a mejorar nuestros argumentos cuando necesitemos defenderlos o a aceptar con humildad nuestro error cuando sea el caso.

Para poder ver lo afortunados que somos necesitamos reconocer lo valiosos que somos y, a su vez, lo valiosos que son todos aquellos que nos rodean, porque es gracias a la interacción generada entre todos que tenemos día a día esa gran oportunidad de ser felices, crecer y aprender que llamamos vida.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

Tags

Lo Último