Opinión

Amor y pasión más allá de la muerte

Circunstancias dolorosas de la vida me han llevado un puñado de veces al Cementerio Central, lugar del cual mucho se ha escrito, investigado y estudiado. De sus panteones, de las tumbas de los grandes hombres de Estado (algunas de ellas muy abandonadas, por cierto, como la del expresidente Ramón González Valencia), de los mausoleos de sindicatos y empresas, de la combinación del estilo neoclásico, el art déco y el modernismo presente en esos monumentos fúnebres.

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Pero también el Cementerio Central es un lugar donde se le rinde tributo al fútbol. Un tributo humilde, sencillo, que nace del corazón y que muestra hasta qué punto puede llegar el sentido de pertenencia que generan los colores y el escudo de un equipo en la vida de algunas personas. Porque en esos casos “te seguiré hasta la muerte” y cánticos afines no son solamente versos que se corean en el estadio y se olvidan al llegar a la casa o al entrar a la oficina.

No. Como señala el escritor peruano Santiago Roncagliolo, “solo hay tres temas universales: el amor, la muerte y el fútbol”. Y esos tres temas universales se funden precisamente en esas pequeñas lápidas de menos de un metro cuadrado de superficie, en esos osarios minúsculos en los que se unen la devoción religiosa y la esperanza de un viaje al más allá con el amor por una camiseta que no termina cuando la vida se interrumpe en la Tierra.

Y es que el amor por el fútbol se ha asociado tanto a la muerte, que muchos equipos del mundo han optado por ofrecerles a sus hinchas servicios funerarios para evitar que los hinchas depositen a escondidas cenizas de sus deudos en los estadios. Corinthians, de São Paulo, construye un cementerio para sus seguidores. Hamburgo y Shalke 04, en Alemania, y Boca Juniors, en Argentina, cuentan con servicios funerarios para sus seguidores. El Atlético de Madrid cuenta con el Memorial del Estadio Vicente Calderón, donde se guardan las urnas funerarias con las cenizas de aficionados colchoneros que han optado por esa opción.

En las criptas del Cementerio Central son frecuentes los escudos de equipos de fútbol, en particular de Millonarios y Santa Fe. Varios de ellos son hinchas que murieron jóvenes y que se criaron en tiempos de vacas flacas de los equipos de la capital. Que no supieron de Arnoldo Iguarán ni de ‘la Gambeta’ Estrada, de Alfonso Cañón ni de Ernesto Díaz. Ellos, a pesar del dolor y la tristeza, inevitables en un cementerio, hacen aún más bonito y conmovedor el de por sí muy bonito y tantas veces conmovedor mundo de los hinchas del fútbol de todo el planeta.

El lado no tan bonito ni romántico del cuento son algunos de los mausoleos en los que aparecen grafitis con los escudos de equipos y nombres de barras. Un gesto de vandalismo y de irrespeto por el dolor que provoca la muerte, así como por un monumento nacional. Grafitis que contrastan de manera fea y grosera con el bello gesto de quienes decidieron viajar al más allá con la camiseta de sus amores bien puesta.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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