Está haciendo cosas interesantes Peñalosa con el tráfico de Bogotá, y digo interesantes a falta de un término que explique mejor lo que inspiran sus medidas. Hace unos meses lanzó la idea de que se podría pagar un dinero anual para no tener ‘Pico y placa’. Y no se trata de sonar como resentido de izquierda porque los más adinerados tendrían esa cifra y el resto no, que para algo tiene que servir la plata, pero algo de injusto hay. Esos mismos ricos han comprado carros a granel desde que existe la medida, hace casi veinte años, para no montarse en un vehículo de servicio público ni por equivocación. Conozco hogares que tienen hasta cinco carros diferentes. De ahí que, según la Secretaría de Movilidad, la ciudad haya pasado de tener 590.939 a 1.652.637 vehículos en diez años, un crecimiento de casi el 180%.
Y la propuesta no es descabellada. Según dijo Peñalosa al noticiero CM& : “Lo que necesitamos es recursos para financiar el transporte público. Queremos que en vez de gastar el dinero blindando el carro o comprando un segundo carro, se pague una contribución, que podría ser del orden de cuatro millones de pesos, para no tener ‘Pico y placa’”. Luego, cuando el mismo alcalde dijo que con esta medida se podrían recaudar entre 200.000 y 300.000 millones de pesos al año, se entiende todo: plata, más de la que hay, es lo que se necesita para operar esta ciudad.
Entonces menos mala suena la idea, salvo por un detalle: manda el mensaje de que con dinero se pueden esquivar las obligaciones, y así no funciona una democracia. Sabemos que con dinero e influencias podemos saltar procedimientos, que nos atiendan más rápido en un hospital o que nos aceleren un proceso judicial, pero todo eso se hace por debajo de cuerda. Ponerlo de frente sería establecer un precedente quizá peligroso. Pagar por circular libremente como si fuera un lujo y no un derecho genera divisiones y polémica.
A mí la medida no me afecta. No tengo carro y no planeo comprar uno; intento hacerlo todo a pie. Sin embargo, pienso en los conductores y en las escasas veces que me toca montarme en un carro. Manejar en esta ciudad es un martirio, y con más carros en las calles se volvería un imposible. Allá el alcalde y sus medidas, y allá también los ciudadanos que le copien sus ideas. Yo por lo pronto estoy considerando comprar una bicicleta. A ver cuánto se demoran en robármela.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.