Para nadie es un secreto que vivimos en épocas un tanto extrañas, en las que todo parece pasar más rápido y cosas graves parecen pasar con mayor frecuencia, aunque tal vez sea solo el hecho de que podemos tener acceso a la información cada vez más rápido, tanto que incluso tener una vida privada ha resultado un privilegio para algunos, o motivo de lucha por sus derechos para otros.
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Lo que sí me parece muy sorprendente es que cada vez resulta más fácil ver a la gente altamente indignada por infinidad de cosas, creo que hay muchos que tienen en su vida más cosas que les indignan que cosas por amar. Y si bien muchas de estas situaciones tienen un fondo importante y retratan tal vez un problema serio, lo verdaderamente triste es que de ahí no pasa, de la indignación.
Y como gracias a la gran cantidad de información que tenemos cada instante, por medio de diferentes fuentes, los motivos de indignación pasan de moda muy rápido, lo único que se logra es tener a una gran cantidad de gente cada vez más descontenta de la vida que viven, más inconforme y también resignada, pensando que todo va de mal en peor, pero sin la determinación para hacer absolutamente nada.
Lo único que todos tenemos en común es el hecho de que todos somos absolutamente diferentes, lo cual resulta desafiante, porque de seguro todas las personas que en este instante te rodean guardan contigo cientos de diferencias, unas muy superficiales y otras muy profundas. Sin embargo, basta con tener tan solo una cosa en común con cualquiera de esas personas, o con todas aquellas que te rodean, para que las cosas puedan fluir de buena manera. Pasa con los amigos, pasa con la familia, con la pareja y hasta con tu suegra, si encuentras una sola cosa que pueda unirles y te enfocas en ella, todo lo demás estará de más.
Insisto, son tiempos raros, tanto que incluso nuestros teléfonos móviles son más inteligentes que la gran mayoría de nuestros gobernantes, pero aún así, tenemos la responsabilidad para con nosotros mismos y con nuestra felicidad de tratar de vivir mejor, y eso lo empezamos a hacer si dejamos de ver todo como un problema y nos tomamos un ratito para pensar en cómo podemos ayudar con una solución; si tal vez dejamos de seguir como tontos las instrucciones que nos dan sobre qué indignarnos y pensamos por nosotros mismos la realidad de lo que pueda estar pasando; si nos enfocamos en lo bueno, lo que nos une y no todo lo malo que nos aleja.
No importa si son raros, estos tiempos pueden siempre ser tiempos mejores, basta con que decidamos dejar de estar indignándonos cada tres horas con algo diferente y pelear porque estamos en contra de todo, para que empecemos a estar a favor de algo.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.