Esos nombres de estaciones…

Por: Eduardo Arias – @Ariasvilla

Otrora orgullo de los bogotanos y hoy materia de agrias polémicas, protestas ciudadanas y vandalismo, TransMilenio también se presta para preguntarse acerca de los nombres que recibieron algunas de sus estaciones.

Cuando aparecieron las primeras líneas del sistema, todo pareció indicar que el objetivo era ponerles a las estaciones el nombre de alguna calle para orientar a los viajeros. Habría sido bonito aprovechar el flamante nuevo sistema para recuperar los nombres de los barrios.

Así, la estación de la 72 con Caracas haberla llamado Quinta Camacho; la de la calle 63, Chapinero; la de la 85, Antiguo Country. Pero se entendía el criterio. Entonces, ¿cómo explicar los nombres de algunas estaciones que rompían ese esquema? Es evidente que el encargado de bautizar las estaciones de las fases 1 y 2 era un médico residente frustrado o jubilado y por eso algunas de las estaciones, en vez del número de una calle, recibieron el nombre de una clínica. En algunos casos no era grave, pues los centros hospitalarios homenajeados también le han dado nombre al barrio, como es el caso de Marly y La Hortúa.

En cambio, es bastante absurdo, por decir lo menos, que la estación de la calle 34 con Avenida Caracas se denomine Profamilia. Más al sur, Caracas con calle tercera, otra estación se llama Hospital. ¿Cuál de todos? Y, para confundir aún más, a pocas cuadras de allí, sobre la carrera Décima, está la estación Hospitales. Y en la Avenida Suba no podía faltar la estación Shaio. De milagro la estación de la calle 106 no se llama Saludcoop y no bautizaron Reina Sofía a la de la calle 127.

Pero en el apartado médico, el exabrupto mayor es la estación llamada Cardio Infantil, en la Autopista Norte, que queda a kilómetro y medio en línea recta de ese centro hospitalario. Es como si una estación ubicada junto al teatro Jorge Eliécer Gaitán se llamara Plaza de Bolívar.

Otro nombre que despista es Simón Bolívar, que lleva el nombre de un parque al que se llega si uno se baja en la estación Coliseo. A la estación en cuestión y el parque que le da nombre los separa kilómetro y medio en línea recta. En esa misma troncal decidieron bautizar Avenida Eldorado una estación que queda a medio kilómetro a pie de dicha avenida. ¿Por qué no la llamaron Avenida 28, La Soledad o Acevedo Tejada? Vaya uno a saber. Otros dos nombres un tanto despistadores son Centro Memoria y Plaza de la Democracia, aunque se le abona a quien así las denominó que le haya rendido tributo a la reparación de las víctimas y a la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria.

También están los pequeños descaches menores, de algunas pocas cuadras, como la estación La Castellana, que queda en el barrio San Martín, o la estación San Diego, que en realidad queda en Alameda.

Pero bueno, este es un problema muy menor de TransMilenio. Es evidente que el sistema padece de fallas muchísimo más graves y preocupantes que los absurdos nombres de algunas de sus estaciones.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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