Hace unos años le escuché decir a un profesor que la mayoría de lo que se publicaba en periodismo era pura ficción. Acompañado por la fuerza idealista de ese entonces me resistí a pensar en un nivel tan profundo de manipulación de los medios dominantes con respecto a la información. Hoy todo es más que evidente y en contextos cercanos como en Brasil, con una presidente ‘tumbada’ en popularidad y con medios igual de indecentes, se reflejan circos en donde los juegos de poder entre los grupos económicos y políticos parecen más un guion de una absurda película de corrupción que la realidad ‘do maior país da América do Sul’ (el gol más reciente del país ‘verde-amarelo’ no fue el del último minuto ante Paraguay de este martes, sino el que está marcando la población, que comenzó a dejar de creer en sus líderes políticos y mediáticos, aunque por ahora Dilma y Globo sigan reinando).
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Para tristeza de todos, en Colombia la situación no es muy diferente y aquí el show mediático tiene como menú procesos de paz delirantes, el más reciente es el que se acaba de anunciar con el Eln, en donde los medios hacen un ‘sancocho’ al mezclar encuestas con goles, Santos con James, Farc con Ordóñez, Timochenko con Rolling Stones y claro… los chismes de los famosos como postre. Lo peor es que este tipo de películas que montan los medios son ‘huesos’ estéticos y narrativos y por eso es que la única salida está en la academia, que sigue vigente como escenario para cuestionar la ficción que se vende como ficción (las películas) y la ficción que se vende como realidad (el periodismo).
Ahora, la ficción que se vende como ficción tiene nobles acercamientos para abordar las narrativas audiovisuales desde la visión de estudiantes, docentes y apasionados por el cine y la comunicación. Ejemplo de ello es el III Encuentro de la Red Iberoamericana de Investigación en Narrativas Audiovisuales (Inav), en Baurú, Brasil, que reúne a destacados académicos de Iberoamérica para hablar de cine, de fotografía y de periodismo. Allí está latente lo que pasa en Brasilia y en Bogotá, por la presencia de docentes colombianos y brasileños, pero con 30 grados de temperatura y el ambiente entusiasta de una universidad pública, la composición del plano es perfecta para que las críticas hacia lo económico y lo político no solo se queden en voces de protesta sino que insten a reflexionar acerca del rol de lo audiovisual en la sociedad a la que se pertenece.
En ese sentido, uno de los temas que se tocaron en este encuentro es el de memoria y cine, que permite entender la importancia de las películas en el proceso de construcción de identidad de un país. Así y en un contexto como Colombia, en el que se está hablando de paz y de reparación de víctimas, las narrativas audiovisuales no deben ser invitadas de piedra, sino hacer parte de las herramientas para contar la historia de un territorio y acompañarlo en sus transformaciones. Con seguridad, hechos como el del anuncio del proceso de paz con el Eln, o el que se supone va a culminar con las Farc, tendrán mayor fidelidad desde el cine que desde la mirada nada fiable de los grandes noticieros.
¿Quiere saber que pasa en Colombia? Vea cine, ya sea con documentales como El baile rojo, que habla del exterminio de la Unión Patriótica; películas como Golpe de estadio o Alias María, o déjese seducir por el estreno de Todo comenzó por el fin, en donde el gran Luis Ospina nos deja otra joya en pantalla grande. En cualquiera de los casos, la mejor salida es instruirse con ficción ficción que con la falsa realidad.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.