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La semana pasada se celebró el Día del Periodista y por redes sociales la gente reaccionó con frases conocidas sobre este oficio: que para ser periodista hay que ser buena persona o que los periodistas son mejores que los medios. Lo más seguro es que el ex viceministro Carlos Ferro poco coincida con estas afirmaciones y, por el contrario, dude de la buena fe de quienes publicaron un video que hace parte de su vida íntima y que está en boca de todo el mundo por ser, ¿de interés general?

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En un país donde ‘la Negra Candela’ es considerada periodista y a un comentarista de fútbol le dicen ‘profe’, poco sorprende que no haya filtro para publicar una bomba noticiosa como esta, sin hacer un juicioso análisis del material para así definir si es informativo o solo morboso y vendedor. Pero lejos de recordar mis clases de ética de la universidad para juzgar a los medios de comunicación y a sus empleados prefiero seguir hablando de cine y centrarme en dos películas para periodistas periodistas: Spotlight y Truth.

La primera, traducida en Colombia como En primera plana, está nominada a los premios Óscar como mejor película, algo que hace justicia a la calidad de su argumento, actuaciones y producción, que en conjunto logran inspirar pasión hacia el periodismo. La cinta, basada en hechos reales, se centra en la investigación del periódico estadounidense Boston Globe sobre cientos de casos de pederastia en la Iglesia católica, algo que le valió el premio Pulitzer al equipo de reporteros denominado como ‘Spotlight’.

Paréntesis: lo ideal sería que quienes la vieran primero (así sea obligados) fueran los mismos periodistas, sobre todo quienes controlan los medios de comunicación en el país y toman decisiones acerca de lo que se publica y lo que no.

En cuanto a la temática, tocar lo sagrado no es fácil y de allí que la película pueda herir la susceptibilidad de creyentes ciegos que sobreestiman a sus líderes religiosos y justifican lo injustificable echando mano de argumentos bíblicos. Se está entonces ante una historia incómoda para quienes la ven luego de un domingo de misa o están acompañados en la sala de cine de algún familiar muy católico (como sucede con una de las protagonistas de la película y su abuela). Por fortuna, son cada vez más los espectadores que tienen mayor apertura mental para hacer una lectura de los problemas de la sociedad sin acudir a la propia visión de lo sagrado.

Ahora bien, de otro lado está Conspiración y poder (Truth), inspirada también en hechos reales, pero que aborda la otra cara de la moneda en el periodismo, que es cuando las cosas salen mal. Por una primicia informativa, Cate Blanchett pone a sufrir al espectador con escenas en las que su labor profesional se ve obstruida por las redes y estructuras de poder de un país como Estados Unidos, que hacen que el foco de la noticia cambie de tener la información de que George W. Bush evitó participar en la Guerra de Vietnam gracias a influencias de su padre a tapar esto con que hubo un error en la publicación de la nota y así, “por arte de magia”, desviar la atención.

¿Cuántas veces los medios han dejado atrás una fuerte denuncia por un nuevo escándalo? Con Truth y Spotlight se puede decir que hay muy buena oferta periodística en el cine para así olvidar lo que aquí pasa, o si se es un espectador crítico, invitar a la reflexión acerca de ¿cómo los periodistas y los medios abordan en Colombia las noticias?

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.

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