Opinión

SE VALE TENER MIEDO

Por: Zalman Ben-Chaim Cursos y talleres: www.zalman5k.com

Vivimos constantemente bombardeados por conceptos culturales, sociales y religiosos que tienen como factor común el hecho de que nos inducen a tener miedo, a vivir con miedo, a ser cobardes. La mayoría de religiones occidentales han gastado siglos infundiendo el temor antes que el amor; socialmente se busca atemorizar a las personas con todo lo que pueden perder si no consumen ciertos productos, adoptan ciertas actitudes o siguen ciertos “ideales” tratando de que pensemos que la vida se acaba si no seguimos esos parámetros o cumplimos esos objetivos.

Cuando alguien tiene una pequeña chispa de independencia, queriendo plantear una manera diferente de hacer las cosas –o al menos de pensarlas–, expresar lo que siente sin depender de los límites de otros, o incluso denunciar y mostrar su inconformidad con aquello que no va en la línea de su vida, la respuesta casi generalizada de quienes le rodean es de rechazo ante ese comportamiento, burla o, en el “mejor de los casos”, le ignoran dejando pasar por alto lo valioso de aquel pensamiento.

El miedo es una emoción muy poderosa y con la cual, como decía antes, nos han estado bombardeando desde siempre, construyendo muros entre la realidad que vemos y la que queremos, alejándonos de lo que realmente somos, de lo que sentimos y anhelamos. El asunto es que de la misma manera que nos puede alejar, acomplejar y hasta inmovilizar, también puede ser el motor de muchos cambios, no solo para nosotros, sino para todo nuestro entorno, ya que una vez un miedo ha sido superado, nuestros límites se redefinen para poder avanzar a un nuevo estado en nuestra vida.

Quien tiene miedo a hacer, termina por darle mil vueltas a todo en su cabeza, para al final darse cuenta de que es muy tarde para actuar.

Quien tiene miedo al éxito se estanca en la mediocridad, al poner todo su esfuerzo y energía en criticar y explicar por qué nada de lo que emprende va a funcionar antes de que realmente pueda empezar.

Quien tiene miedo a hablar, terminará por sentirse prisionero de las circunstancias y de la vida misma, olvidando que su silencio solo le permite acentuar su problema y que decir lo que siente es gran parte de la solución.

Quien tiene miedo a vivir, trata de aislarse y pasar desapercibido, o de controlar y buscar un ideal inalcanzable de perfección, limitando su vida al fracaso y la inconformidad no por lo que hizo, sino por lo que sintió.

Tal vez desde siempre estemos bombardeados de miedos, pero crecer significa elegir nuestro camino –para bien o para mejor–. Y sin importar que hubieran sido nuestros padres, los medios, nuestros amigos, nuestra pareja o la sociedad quien nos inculcara esta forma temerosa de sentir, siempre podremos cambiar. El miedo es algo cotidiano, pero no viene con nosotros, no es natural, recuerda que no porque las cosas se han hecho siempre de una manera quiere decir que sea la única o la correcta, y se vale tener miedo, pero miedo al miedo, para así empezar a vivir en verdad.

Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

Encuentre más columnas de Opinión aquí

Tags

Lo Último


Te recomendamos