Pasión

Por: Nicolás Samper C. / @udsnoexisten

–El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de religión, de dios, pero hay una cosa que no puede cambiar: no puede cambiar de pasión.

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Justo ahí di un leve chillido en la oscuridad.

Mi propia desconfianza me había traicionado. Estaba en tinieblas viendo El secreto de sus ojos y leían una carta en donde apellidos sin razón aparecían. Eso me hizo reaccionar. Apenas empecé a oír esos nombres pensé que se trataba de jugadores de Racing Club– el que no vio la película, con esta columna tiene resuelto parte del misterio–. Pero al mismo tiempo pensé que yo era un imbécil que relacionaba todo con el fútbol. ¿Por qué demonios Oleniak, Manfredini, Sánchez, Anido, Mesías, Bavastro iban a ser los jugadores de Racing y no simplemente una coincidencia a la hora de juntar un par de apellidos en una película?

Entonces deseché mi teoría y seguí viendo ese coloso que ganó el premio Óscar a mejor película extranjera en el 2010, tratando de deshacerme de ese pensamiento que relacionaba un momento clave de la película con la identidad de varios futbolistas de Racing Club. Me inquietaba pensar que Guillermo Francella estaba ahí y no se daba cuenta de lo que yo estaba viendo: Francella es hincha acérrimo de Racing. Pero todo se destapó cuando Francella (que personificaba a Pablo Sandoval) lleva a Ricardo Darín (Benjamín Espósito) a un cafetín futbolero en el que un escribano empieza a vincular los nombres de la carta con aquellos hombres que se pusieron la camiseta albiceleste a través de los tiempos.

Cuando esté entregando esta columna, no tendré la menor idea de cuánto quedaron Racing y River Plate. Pero le haré fuerza a Racing. Es uno de los clubes grandes de Argentina, pero por tantas desgracias que ha padecido, todos quieren que Racing gane siempre.

Es como si todo conspirara contra ellos: fue el primer equipo grande de Argentina en irse a la B. Y el que lo envió a semejante infierno fue justamente su más odiado rival, Independiente, que, de paso, daba la vuelta olímpica. Se demoró 35 años en volver a ganar un titulo de liga y cuando lo hizo todos estaban pendientes de otra cosa: explotaba el “corralito” en Argentina y la gente buscaba cómo no perder su dinero. El país no estaba pensando en Racing. Se fue a la quiebra, desapareció y tuvo que ser refundado. Yo no recuerdo algún club en el mundo que cargara con tantos lastres.

Me gusta Racing y tengo un par de amigos racinguistas en Buenos Aires. No sé si le alcance para dar la vuelta olímpica pero recordaré siempre el diálogo entre Francella y el escribano en El secreto de sus ojos cuando querían definir lo que significaba ese equipo en sus vidas:

–Escribano, dígame, ¿qué es Racing para usted?

–Una pasión, querido.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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